“No por mucho madrugar, amanece más temprano” dice el refrán campirano, o “El que se levanta temprano le toca la primera fila”, frase en la caricatura de Lord Molécula (Carlos Pozos); ambas vienen al caso porque en las mañaneras, a reporteros como Alejandro Jaime Alemán Ramos (Diario Plaza Juárez), le ‘vale un cuerno’ ocupar los primeros lugares; sin embargo respeta a quienes, para ser ungidos por el dedo presidencial, madrugan, sufren fríos, lluvias, y largas esperas a la intemperie arriesgando su integridad ante la inseguridad citadina.

Serio, inteligente, observador, sin meterse con nadie y adjuntando amigos, pocas veces, pese a ser crítico, y al calor de las discusiones, se le ha visto arrebatar la palabra a sus compañeros o al propio presidente.

Nacido en 1962 en la Ciudad de México, Alejandro Jaime Alemán Ramos ha sido el orgullo de su madre la maestra normalista egresada, jubilada e integrante de la planta docente de la Escuela Normal Superior de San Cosme. Gracias a sus abuelos –a quienes perdió después de cumplir los 40 años– pudo acercar su vida al México del siglo XX. “Uno fue contador general del Banco Rural y Oficial Mayor de la Secretaría de Marina; y el otro campesino, comunista convencido y migrante en EU de donde regresó para no enrolarse en la Segunda Guerra Mundial.

Sus estudios de periodismo fueron en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM) y su primer trabajo, por más de una década, fue en el Unomásuno de Manuel Becerra Acosta, en donde participó haciendo el periodismo que buscaba –como proyecto– hacer pensar al lector, ‘para usted que sí lee’ era su lema publicitario.

Conversador inagotable, Alejandro Alemán profundiza en el “ras de piso” del periodismo del Unomásuno. “En el Mundial del 85 –por ejemplo– se pidió a los reporteros traer de sus fuentes el pronóstico del resultado del partido México-Alemania que definiría los cuartos de final. En primera plana la nota principal la encabezaban alusiones a la Virgen de Guadalupe recogidas por Teresa Gil (reportera de la fuente religiosa); igual en los sismos del 1985 se abrió la mesa de redacción para recibir crónicas de todo el personal, de lo cual salió un libro recopilatorio. Lo mismo se hizo con el surgimiento de la Corriente Democrática al interior del PRI, que posicionó a Cuauhtémoc Cárdenas como líder moral en la oposición”.

Poco a poco, y sin dejar de ejercer el periodismo en empresas importantes como Notimex, Canal 40 y el Diario La Razón, Alejandro se fue especializando también en el uso y aplicación de las Nuevas Tecnologías de la Información, diseñando portales, construyendo bases de datos y configurando plataformas de social media.

Al respecto, en diciembre (2015) la empresa Comunicación Colectiva de Hidalgo (editora del Diario Plaza Juárez, y el portal plazajuarez.mx, así como su estación de radio por internet) lo contrataron para instrumentar prácticas que aceleraran su integración digital.

– ¿Qué hacías?

Introducía tecnologías de la información en medios de comunicación; proceso sinuoso e inacabado, donde lo más importante son las personas involucradas desde editores, reporteros, fotógrafos que deben estar abiertos al uso de las nuevas herramientas tecnológicas; igual que los directivos y propietarios, ya que ello reclama un delicado esfuerzo de planeación y gestión de inversión, no exento de avances y retrocesos.

– ¿Cómo se da este proceso?

– Empezamos instalando servidores en las redacciones, recomendando principalmente usar la nube y contar con esquemas efectivos de seguridad informática, manejo de correos electrónicos y documentos, pero también –para el periodismo– asistimos al uso de tecnologías emergentes como inteligencia artificial y nuevos formatos como realidad virtual y aumentada, o manejo de drones. Precisamente, en abril de 2019, fui acreditado por el Diario Plaza Juárez, de Pachuca, Hidalgo para realizar la cobertura de la fuente presidencial.

– ¿Cómo percibes la convivencia entre periodistas digitales y tradicionales en la mañanera?

– Desde el punto de vista de reporteros de ‘toda la vida’, parece que las aguas han retomado su cauce; se han decantado los asistentes y sus participaciones en las conferencias matutinas. Percibo que al día de hoy las preguntas son más apegadas a la agenda mediática y, para mí, es expresión de los ingredientes fundamentales del periodismo: disciplina, investigación como premisa y permanente curiosidad. No es receta para aplicarse ‘como guiso de cocina’, se necesita un andamiaje técnico proporcionado únicamente por la formación profesional.

Me asombra –en cuanto a la red Internet–, la forma en que se ha poblado de contenidos. Encuentras desde lo que es un torque, en mecánica, hasta cómo cocinar una sopa de fideo. En las redes sociales era previsible que, en tanto mecanismo inmediato, cercano y práctico para colocar contenidos, se abriera y enriquecieran espacios de sesgo periodístico que dieran cobijo a la información, opinión y análisis.

A quienes llevan estos espacios sencillamente les llaman “opinadores”. Otros, –es claro– no son periodistas, aunque para el presidente quizás sean quienes mejor se oponen a lo que él llama prensa “reaccionaria”, “fifí”, “conservadora”, “chayotera”, etcétera.

Sin embargo creo que el producto periodístico se defiende solo, porque está sustentado, cuidado en su elaboración; es corroborable y –ante las diferencias– se abre a la confrontación. En lo que corresponde a la tarea de comunicación social del gobierno y el ejercicio periodístico, asistimos al escenario más acabado de la transición a lo digital.

En otras administraciones, cuando tomó forma por primera vez una estrategia digital nacional y vio la luz, (entre otras iniciativas) nuestro entrevistado considera que fue con el dominio www.gob.mx que concentró los sitios de la Administración Pública Federal; consolidó prácticas y políticas en cuanto al uso de redes sociales. “Lejano quedó el día en que el presidente Peña, al participar en la Carrera de la Lealtad en Los Pinos, hiciera su primera transmisión en tiempo real para un funcionario federal en Periscope de Twitter”.

Ahora el Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales (Cepropie) de Presidencia ha podido todos los “fierros” guardados y abrió cauce a su aplicación, convirtiendo el salón Tesorería en un set con dolly, grúa, luces, área de edición digital y mesa para procesamiento de fotos. Además del graderío para cámaras de televisión con acceso directo a audio, y claro, el espacio para los actores: reporteros con el Presidente de la República e invitados.

– Desde el punto de vista geopolítico y geoestratégico ¿cómo percibes ña administración de AMLO?

– En la historia reciente, la aceptación del presidente es la mayor que ha tenido un mandatario en mucho tiempo. Es innegable también que su discurso gira en torno a nuevos ejes como prioridad a desatendidos sociales, acabar con la corrupción, educación y salud como pilares del desarrollo, que al final del día son los grandes anhelos democráticos, y habían estado relegados en pasadas administraciones.

Conforme avance el sexenio es previsible un desgaste de la figura presidencial y los resultados serán confrontados con las distintas realidades que reclaman cambios verdaderos y de largo aliento. Principalmente en materia de seguridad, mejora de la economía y empoderamiento ciudadano en la gestión pública, que son parte de los grandes pendientes.

Se cumple con la demanda ciudadana de nuevas lecturas sobre la cosa pública, a pesar del saldo polarizante plagado de maniqueísmos: “fifís” contra pueblo sabio; conservadores y adversarios versus Cuarta Transformación. “No somos iguales”, “se acabó la corrupción” y demás expresiones que por sí solas, sin hechos que las avalen, terminarán por caer en el lugar común.

Desde la perspectiva geoestratégica, veo en el presidente un perfil en el que predomina el pragmatismo, sobre todo en la relación con Estados Unidos, donde se ha actuado sin titubeos en la asistencia a Centroamérica a través del programa Sembrando Vida y con el Grupo de Acción Financiera Internacional para controlar el lavado de dinero; ahí está la punta del iceberg en el juicio contra Genaro García Luna.

– ¿Hay personas infiltradas en las conferencias para hacer preguntas a modo?

– Desde luego que sí. A pesar de ese gran rótulo que dice “Conferencia de Prensa”, se ha dado la palabra a personas que no trabajan para algún medio y, por tanto no vemos reflejadas ni preguntas o respuestas en los medios de comunicación. Tampoco es regla y, hasta cierto punto, la práctica entra en el manejo que desde pasadas administraciones han hecho las direcciones generales de comunicación social de presidencia; vamos, que nos demos cuenta. No somos inocentes.

– Del 1 al 10 ¿qué calificación le darías a Comunicación Social del gobierno federal y por qué?

Sin ir a la escala numérica le daría en una “S” de suficiente. Es de reconocerse el esfuerzo de una nueva relación con la prensa y lo atinado del uso del internet, además de las conferencias de prensa, de lunes a viernes; sin embargo hay que considerar que comunicación social no es solo prensa, también es la demanda ciudadana de información en un país complejo y diverso como el nuestro. Hay compromisos pendientes, asumidos internacionalmente, principalmente sobre transparencia gubernamental y acceso a datos abiertos.

La embestida presidencial contra el Instituto Nacional de Acceso a la Información, entidad autónoma, cobra sentido ante la gran cantidad de recursos de revisión que ha interpuesto la ciudadanía, incluidos periodistas e investigadores, por insuficiencia o negativa de información de entes públicos obligados constitucionalmente.

Los medios públicos han quedado avasallados ante la demanda creciente de contenidos y la estructura de comunicación social del gobierno federal, con más de 200 dependencias y miles de especialistas en nómina, avanza con lentitud y bajo esquemas anquilosados.

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Publicada el 19 enero 2020 en Noreste.net