“Bebo 14 botellas al día, pero no soy alcohólico empedernido”, aseguraba el actor Gérard Depardieu a una revista europea (Europapress, 16/09/2014). Igual, muchos faranduleros famosos, sobre todo en diciembre, han dado la nota por su incontrolable afición a la bebida, pero no, hoy no hablaremos de ellos, tampoco si es vicio o enfermedad, recordaremos más bien cómo el alcohol, en la historia, ha sido compañero cruel de algunos inmortales. El compositor ruso Modest Musorgsky (1839-1881), por ejemplo, a quien después de intentar crear una música nacional rusa, igual que Tchaikovsky hizo con la tradicional europea, lo sorprendió la muerte. Sus constantes depresiones lo habían llevado a borracheras desenfrenadas; un contemporáneo musical escribió: “Los amigos solíamos rescatarlo de algún lugar poco recomendable, con la ropa destrozada, el cabello sucio y revuelto y la cara amoratada por el alcohol”.
O, Edgar Allan Poe (1809-1849) quien era huérfano y desde muy pequeño lo adoptó un comerciante muy rico de Virginia. Después lo repudió cuando lo expulsaron de la Universidad de Virginia y West Point por su afición al juego y la bebida. Decían sus compañeros que podía beber una copa grande de un solo trago y pasar de la euforia extrema a la depresión. Su baja tolerancia al alcohol hacía que un vaso lo emborrachara, pero dos o tres lo convirtieran en caricatura de sí mismo, escribió Hervey Allan, su biógrafo. A los 27 se casó con Virginia Clemm de 13 años, quien era tuberculosa y murió en 1847. Su deceso lo angustió tanto que, a pesar de su débil salud, Poe cayó más fuerte en el alcohol y las drogas muriendo de una borrachera a los 40 años, dos después de ella. Paul Verlaine (1844-1896), el poeta cuya obra sentó bases para la escuela del simbolismo francés, y quien alos 26 ya había publicado varios libros de poemas que lo codearon con Víctor Hugo, Anatole France y Theodore Banville, la absenta (licor de ajenjo y hierbas aromáticas) lo llevó directo al alcoholismo.
Se casó con Mathilde Mauté de 17 años, a quien abandonó un año después junto con su hijo para irse a vivir con Rimbaud, el joven poeta también de diecisiete. Después de 18 meses de relación homosexual, Verlaine pasó dos años en cárcel por intentar asesinar a Rimbaud. Finalizó sus días en el alcohol y dando clases y conferencias sobre doctrina poética simbolista. A los 51 años murió cuidado por dos viejas prostitutas. “No os reprimáis en esta deliciosa noche” (…) “Rabia, rabia contra la muerte de la luz” escribió Dylan Thomas (1914-1953) cuando, igual que a nuestro querido Eusebio Rubalcava (1951-2017), los médicos advirtieran que, si seguía bebiendo, no duraría mucho. Trabajó durante algún tiempo como periodista, pero después de la Segunda Guerra Mundial Dylan se dedicó de lleno a la poesía, obteniendo reconocimiento mundial. Hizo cuatro giras por Estados Unidos dando conferencias, mismas que fueron gran éxito, tanto por sus brillantes lecturas como por sus autodestructivas borracheras.
Su cronista de giras, John Brinnin, escribió “El poeta más puro del siglo XX, helo aquí tristemente hundido en el agotamiento alcohólico, la lengua negra, borracho, incapaz de pensar por sí solo, de enfrentarse a sí mismo…”. Upton Sinclaire (The cup of fury), publicó sobre una gira: “fue una fantasía de apariencias ausentes, de húmedas entrevistas, juergas y borracheras, de groserías y belleza”. En 1953, a la mitad de su gira de conferencias, murió súbitamente Dylan Thomas a los 39 años de alcoholismo agudo.
Desde pequeño, con 14 años, Jack London (1876-1916) trabajó como cazador de focas. Al ser hijo ilegítimo fue criado en la pobreza de los muelles de Oakland. Presumía que, al llevar cubos de cerveza a su padrastro, tomaba varios tragos. Se hizo socialista a los 20 años y llegó a beber hasta un litro diario de whisky. Tres años antes de su muerte escribió John Barleycorn or Alcoholic memoirs donde planteó su adicción de toda la vida al alcohol, concluyendo “Mi intención es seguir bebiendo, pero con más habilidad, con más discreción”. Un cáncer de garganta lo mató a los 63 años.
Publicado el domingo 22 de diciembre de 2017 en El Universal Querétaro
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