Catalina llegó vestida con una falda negra, una coqueta blusa del mismo color cubierta por un chaleco fucsia, sus zapatos altos y su enorme libro-homenaje color azul en la mano. Setecientas veinte páginas tamaño carta, con imágenes, titulado Protagonistas del suplemento cultural sábado de unomásuno. Huberto Batis. Entrevistas de Catalina Miranda, Editorial Ariadna. Laberinto de Papel/10 (noviembre 2017). La primera página, en blanco, trae la firma del maestro y formador de escritores, preámbulo para las 50 entrevistas publicadas en sábado y otras 54 que se quedaron en el tintero. Todas realizadas por Catalina.

Atrás del pódium, una enorme fotografía del maestro Batis proyectada al fondo daba fe de su reconocimiento. La primera que habló fue Needa Gurwitz de Anhalt, cuentista, ensayista, entrevistadora, traductora, y crítica literaria cubana (mexicana desde 1967), de quien Huberto Batís no quería que escribiera de cine.

“¿Por qué no te he leído”?, me dijo Needa poco antes de ingresar al foro, cuando el querido Andrés de Luna, escritor y erotómano, y su hermosa Norma Patiño, fotógrafa, me presentaron con ella en la antesala del auditorio Julián Carrillo de Radio UNAM, en la CDMX. “Yo siempre he leído Cultura de EL UNIVERSAL, pero la verdad hoy no la abrí”, señaló con algo de pena. Antes de la presentación se presentó por primera vez el video Huberto Batis, 83 años de retratos, producción de la Editorial Ariadna, realizado por Marco Antonio Campos Vega, dibujante y diseñador, quien con su camarita registraba cada momento. En el video, musicalizado con el Concierto para Violín No. 3 Allegro de Mozart y con varias imágenes, Marco nos llevó por la vida de Huberto, desde niño, adolescente, joven-maduro y adulto en diferentes momentos, épocas y lugares.

En la mesa también estuvo Lucía Rivadeneyra, poeta, y Gonzalo Valdés Medellín, quien a sus 19 años escribía sobre teatro y puestas en escena para el suplemento que dirigía Huberto, del que Catalina Miranda era editora. Hubo momentos, afirmó Gonzalo, autor de “A tu intocable persona”, (escrita en 1984 y estrenada diez años después), en los que el unomásuno sólo se compraba por el suplemento.

Cierto. “Tenías que pagarlo los viernes en el puesto de la esquina porque si no te lo ganaban”. Además de sus contenidos, era célebre por dos secciones: “El Desolladero”, en el que lectores y escritores se hacían trizas, y “El diván”, dedicado al erotismo. Añorante, en el fragmento del prólogo rescatado en la contraportada, Needa dice: “He deseado que Huberto Batis pudiera estar una vez más en la redacción de sábado, atado de nueva cuenta a su mesa de trabajo plena de papeles, libros, con las palomas marcando su área territorial.

Como dice el título del filme póstumo de Nicholas Ray, We Can’t Go Home Again, no podemos regresar a casa otra vez. Es verdad. Sin embargo, ¿qué otra cosa ha logrado Catalina Miranda con el hilo de su Editorial Ariadna al haber enredado nuestros textos en este volumen? En un giro simbólico, palabras y memorias han conseguido algo tan formidable como salvar a Teseo de las garras del Minotauro, algo quizá igual de valioso, pues ha alcanzado abrir puertas y ventanas a nuestros recuerdospara que se diera el regreso a ese antiguo hogar literario denominado sábado en la época gloriosa en que lo dirigió el centauro Quirón del periodismo cultural mexicano: Huberto Batis”.

La lluvia de anécdotas de todo lo que fue vida y obra del gran Batis cubrieron la noche. Desde la tarde, el cielo, nostálgico de añoranza amenazaba con un llanto prematuro. La cita fue a las 20 horas y, a la entrada, logré saludar, con su desbordante y hermosa sonrisa, a Mariana Domínguez Batis (mujer nube), sobrina querida de Huberto, quien orgullosa me presenta a Gabriela, su joven y también bella mamá, hija del personaje homenajeado, que, desde su casa, con su amada Jacinta Patricia González Rodríguez, en su cama, seguramente pensaban en el evento.

Domingo 18 de marzo de 2018 EL UNIVERSAL QUERÉTARO