A Luis Lázaro Zamenhof, oftalmólogo judío que nació en 1859 en Bialystok, Polonia, la confusión lingüística (en ese lugar se hablaba ruso, alemán, polaco y hebreo) lo llevó a crear esperanto (esperanza), un idioma común internacional que, sin sustituir otros, resolvería ese problema y promovería la paz, solidaridad y hermandad entre los pueblos. Hoy, con más de dos millones de parlantes, es el idioma construido más hablado en la Tierra.

Antes Zamenhof aprendió valopûk, lengua artificial creada en 1879 por el sacerdote católico alemán Johann Martin Schleyer; esta lengua estuvo en boga en el último tercio del siglo XIX y tuvo más de cien mil hablantes antes de perderse. “Me – nefe bal, püki bal” (“Una lengua para una humanidad”) era su lema.

Cuando la Unesco reconoció, en 1954, que el esperanto tenía objetivos e ideales acordes a los suyos, estableció relaciones oficiales con la Asociación Universal de Esperanto (UEA), fundada en 1908 y nominada al Premio Nobel de la Paz en 2008.

En enero pasado, José Antonio del Barrio, presidente de la Federación Española de Esperanto, después de clausurar una exposición por los cien años de la muerte de Zamenhof, en Celanova, afirmó que “al viajar hablando esperanto, tenía más conexión con el lugar visitado que hablando inglés” (La Voz de Galicia, Mayté Rodríguez).

El sitio esperanto.net asegura que los jóvenes que quieren conocer otras culturas se pueden beneficiar del “pasaporte servo” (servicio de pasaporte), que ofrece hospedaje gratuito en casa de personas que hablan esperanto. Hasta 2010, tenía 1,450 anfitriones en 91 países. Zamenhof describió el esperanto, por primera vez, en La lengua internacional, bajo el seudónimo Doktoro Esperanto (Doctor Esperanza). Su vocabulario lo extrajo de muchos idiomas y adaptó las reglas del habla propia (terminaciones, pronunciación), procedentes del latín o de otras lenguas romances (principalmente francés e italiano) y, en menor medida, de lenguas germánicas (alemán e inglés), eslavas (ruso y polaco), y del antiguo griego y hebreo.

Incluye algunas palabras originadas en idiomas no indoeuropeos, como el japonés. Él hablaba ruso, polaco, judeoalemán (idiomas nativos), alemán, latín, hebreo, francés, griego e inglés. En su apogeo, se crearon organizaciones y clubs literarios. Einstein y Tolstoi lo promocionaron con varias publicaciones y religiones como islam, bahaísmo, cristianismo, budismo, ômoto y espiritismo tradujeron sus libros sagrados al esperanto. Por su difusión entre trabajadores, en los primeros años del siglo XX, le llamaron el latín de los obreros.

Su decadencia vino en la primera mitad de 1930, durante la era de los totalitarismos y nacionalismos previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler afirmó que los judíos lo podían usar para dominar el mundo. Stalin dijo que era “lengua de espías” y Estados Unidos, sinónimo de comunismo, lo que provocó persecuciones políticas a sus defensores.

Hoy la Asociación Universal de Esperanto mantiene relaciones oficiales con Unicef, Unesco, OEA, ISO y otras. Gravity, película ganadora de siete premios Oscar en 2013, fue producida por Esperanto Filmoj, empresa de Alfonso Cuarón e ideada por Guillermo del Toro. El promocional del álbum History (1995), de Michael Jackson, usó esperanto en su video.

La escenografía del gueto judío en El Gran Dictador (1940), de Charles Chaplin, utilizó esperanto en los carteles. Antes, en 1936, en Tiempos Modernos, su primera película no muda, Sir Charlot canta en esperanto.

«Nos esforzamos por vivir en paz con los pueblos de todo el mundo, de todo el cosmos», decía el mensaje en esperanto llevado en 1977 por las sondas Voyager I y II. Blade Trinity (2004), tercera película de Marvel Blade, el cazador de vampiros, se ambientó en una sociedad bilingüe de inglés y esperanto.

Este verano se llevará a cabo el Congreso Universal de Esperanto en Lisboa, Portugal. En 2019 será en Lahti, Finlandia y en 2020, en Montreal, Canadá.

Domingo 4 de febrero de 2018 EL UNIVERSAL QUERÉTARO