A los teléfonos móviles, sin querer queriendo —ya nos acostumbramos—, se les quedó el nombre de “celulares” porque, al inicio, las repetidoras de señal fueron antenas que conformaban una enorme red y cada una era llamada “célula”. Sin embargo, cuando en 1876 Alexander Graham Bell inventó el primer aparato, el servicio era únicamente de voz, pero ahora no concebimos un teléfono celular, (smartphone o IPhone) sin acceso obligado a Internet, cámara fotográfica, WhatsApp, Facebook, agenda, reproducción de videos, GPS y reproductor MP3. Google Maps y otras herramientas similares que ayudan a encontrar direcciones son cada día más indispensables.

Desde hace 141 años cuando se inventó el primer aparato telefónico a la fecha, la brecha tecnológica ha dejado en el camino notables acontecimientos como la creación de ENIAC, Electronic Numerical Integrator and Computer, por John Vincent Atanasoff en 1937, y que fue la primera computadora simple con válvulas de vacío, nacida para calcular tablas de tiro en artillería para el laboratorio de investigación balística del Ejército estadounidense.

O bien en 1940 cuando Guillermo González Camarena, ingeniero jalisciense, inventó y patentó en Estados Unidos el sistema tricromático secuencial de campos, hoy televisión a color, que desplazó la todavía novedosa señal blanco y negro. A nadie extrañó tampoco que el gobierno mexicano de entonces no apoyara al científico nacional.

Igual, el 21 de noviembre de 1969 cuando la Universidad de California en Los Ángeles, UCLA, y la de Stanford por primera vez se conectaron a través de una línea telefónica conmutada de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada, ARPANET, que era una red de computadoras creada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos y cuyos protocolos TCP/IP fueron la base técnica del Internet; o cuando en 1993 Intel da a conocer el procesador Pentium, y que detona desarrollos tecnológicos que hoy son de uso común.

Pero, ¿hasta dónde hemos llegado? En la Ciudad de México, 2012, en doce parques, Terra (Movistar) puso en práctica “Poo Wi-Fi” para que los ciber-transeúntes adquirieran 15 minutos gratis de conexión (en un radio de 50 metros) sólo por depositar la caca de sus perros en un contenedor. Por desgracia el proyecto no tuvo el éxito esperado por sus promotores y pronto lo desecharon. Aún queda el video que para este efecto realizó la Agencia de Publicidad DBB, y que EL UNIVERSAL Querétaro lo invita a ver aquí.

Esta idea de basureros inteligentes fue desarrollada en Bombay, India, por Raj Desai, cofundador de ThinkScream, y Pratik Agarwal, ambos empresarios con 26 años en aquel tiempo y que buscaban que el público cambiara su conducta y dejara de tirar basura en la calle. El invento lo estrenaron en 2014 durante un festival de música y después en 60 salas de cine de Bombay. También, en 2012 en Groninga, Los Países Bajos, para deshacerse de los desperdicios, fueron utilizados cubos de basura robotizados que se abrían con el DNI (Documento Nacional de Identidad) de la persona. Cobraban en función del peso; la basura reciclable no generaba cargos. Con esto evitarían el robo de contenedores y, sobre todo, que muchos vecinos, por evitar el pago del impuesto de limpieza, siguieran tirando su basura en el cubo de sus vecinos.

Pero, regresando a los teléfonos celulares, antes que Apple usara el nombre “Iphone”, era propiedad de la empresa CISCO, que desistió de pelearlo cuando en 2007 Apple dio a conocer su primer modelo. Antes de este nombre se iba a llamar “Proyecto purple”. Su éxito fue tal que para el 11 de enero de 2016, Apple había vendido aproximadamente mil millones de aparatos.

En cuanto al logo que conocemos como manzana mordida, no siempre fue así. En sus primeros años mostraba un Isaac Newton bajo un árbol de manzanas con un fruto a punto de caer en su cabeza.

Publicado en El Universal Querétaro el 04/11/2017