#Yonosoy132 porque los años que me sobran,

niegan la juventud lozana que hoy se viste de protesta.

Pero tal vez lo soy, porque no me faltan sus razones

y su hartazgo es el mismo que hoy me afecta.

Lo soy porque también me agobia la desesperanza,

y me humilla ser tratado como imbécil 

por una televisión idiotizadoramente nociva;

también porque no soporto que la democracia,

se ciña a partidos que representan sólo sus intereses.

Porque los políticos se enfermaron de avaricia

y han corrompido mi existencia como pueblo.

Soy protesta muda, soy desesperación ahogada,

soy el grito que se asfixia cuando me asedian:

la cuenta de la luz, el pago del teléfono, la de la renta,

la del agua… la de la vida.

Soy el miedo cobarde que recorre las calles

mendigando un trabajo que no sea por 30 monedas.

Soy el pan negado de una familia hambrienta de justicia, de verdad.

Soy la fe del que diariamente le reza a un Dios impasible,

que no sabe de cofipes, ni de IFES ni de coaliciones;

que ignora que las batallas contra el crimen organizado

le enviaron más de 70 mil almas a su reino, o al del contrario.

Soy sociedad, soy persona, soy habitante

de un país maltratado por gobiernos mentirosos.

Soy el engaño del mitin multitudinario

que por una torta o una promesa, enaltece los partidos

para que piensen todos, que su candidato

nació para servir a México y solucionará nuestros problemas.

Soy la desconfianza. Soy el voto engañado.

Soy sociedad enferma, soy interés mezquino, soy pueblo acobardado.

Soy la pluma o tecla mercenaria, que se alquila esperando

una recompensa (que no llega), sólo para el dueño de los medios.

Soy producto de los partidos que me dieron la vida y la muerte,

la esperanza y la realidad, la promesa y la traición.

Socialmente me agobia la desconfianza;

desconozco el país que mencionan sus discursos.

Soy el dolor de la madre que se duele de justicia

porque no tiene con qué alimentar al producto de su engaño.

Soy oferta y demanda en un país comerciante de dignidades.

De ricos malos y “buenos”, que llenan portadas de revistas

que encumbran sus miserias.

Soy el obrero que alimenta sus fortunas por la migaja que no les falta.

Soy el arribista que vendió su familia y su prestigio

por la comodidad de una alcurnia que no siente suya.

Soy el obrero que debe laborar más de las ocho horas

para no perder su fuente de trabajo. El de los contratos por 28 días

que hacen que la empresa no reconozca mis derechos.

Soy rencor social que marcha por las calles,

que desafía autoridades, que sabe lo que le falta

y lo exige a golpe de protesta.

Soy la voz del que quedó afónico a fuerza de injusticias.

Soy el grito apagado por el miedo a la venganza.

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Publicado en Cultura de El Financiero el jueves 7 de junio de 2012