Las medallas y reconocimientos no bastaron a Joaquín González Hernández (placa 760041), policía segundo desde 2006, comandante de la primera sección de patrullas del Sector Centro, para ser despedido por su jefe de sector, primer oficial Juan Ramón Gutiérrez Sánchez apoyado por un pariente, quien era miembro del Consejo de Honor y Justicia, de apellido Campuzano, cuando después de haberse enfrentado con unos maleantes, fue agredido, baleado y enviado al hospital.

Fue el 28 de enero de 2006, como a las 17:30 cuando, después de vestir su uniforme azul con el escudo de la Secretaría de Seguridad Pública, Joaquín formó a su personal para hacer honores a la bandera, con el respectivo pase de lista al personal a su cargo; alrededor de las 19:00 horas salió a bordo de una unidad oficial de la corporación para atender una solicitud de emergencia por Circunvalación y San Pablo. Al llegar al punto, una fémina les solicitó apoyo porque un sujeto le había arrancado una cadena de oro y unos aretes, e inmediatamente salieron a perseguirlo, mismo al que alcanzaron a cuadra y media.

A petición de la agraviada fue turnado a la Primera Agencia del Ministerio Público ubicada en Apartado y Florida; sin embargo, al bajar al detenido, de pronto se escucharon unas detonaciones de arma de fuego y la gente se echa a correr; al regresar a la calle de Apartado, vio salir del callejón -llamado Girón- una motoneta con tres sujetos a toda velocidad, se detienen y uno de ellos baja y se esconde detrás de una camioneta blanca; cuando va por él, el sujeto desenfunda un arma queriendo dispararle, pero le alcanza a agarrar la pistola. En ese momento llega otro tipo y le asesta un golpe en la cabeza. Al momento que cae a la banqueta se van encima de él y lo patean. Ese día, los maleantes que lo agredieron, huyeron después de haber asesinado a dos personas, según dieron a conocer los reportes periodísticos. A Joaquín lo dejaron inconsciente por varias horas debajo de un vehículo.

Lo único que Joaquín recuerda es que cuando despertó ya lo habían trasladado en una ambulancia hacia el Eje Uno y Circunvalación, donde un helicóptero de la SSP lo llevó al Hospital Mocel. Tres días después salió de ahí y fue trasladado al hospital del ISSSTE en el Estado de México, donde estuvo internado por lesiones de arma de fuego en la mano izquierda, clavícula dislocada, y golpes diversos en la cabeza.

Hasta ese momento no había tenido ninguna información por parte del sector acerca de su situación laboral. Fue hasta el 30 de enero que un compañero le dio a conocer cómo era el procedimiento para estos casos. Sin embargo, a ese momento, ya el Consejo de Honor y Justicia de la Secretaría de Seguridad Pública le había levantado dos procesos por no llevar sus incapacidades y no presentarse a trabajar.

Se trataba de los expedientes RH0071/007 y RH0072/07 en los que lo suspendían de su cargo y comisión por no presentarse a trabajar, mismas que posteriormente justificó, pero a consecuencia de ello y sin terminar de recuperarse, le habían suspendido también los servicios médicos del ISSSTE cuando aún no terminaba de recuperarse y todavía le faltaba una operación. También le suspendieron sus ingresos ordinarios y extraordinarios, por lo que se complicó aún más su estado de salud.

A consecuencia de ello, -visiblemente conmovido- Joaquín González comparte a este reportero que perdió a su esposa y a sus hijas, y como pudo buscó cómo ganarse la vida. El caso lo han llevado nueve abogados -promedio- y ninguno ha podido hacer que le restituyan sus derechos, se castigue a los responsables, y que recupere su carrera como oficial de policía.

En enero de 2007 “Llegué con mi incapacidad al sector con mi mano recién operada, pero nunca me dijeron que me estaban levantando un acta administrativa. Fue hasta diciembre que fui a pedir mis oficios para irme a cobrar mi sueldo, aguinaldo y los vales a Izazaga. Fue allí que me dice el jefe de la UPG ‘si no das los vales, no te doy los oficios’. Yo le dije, ‘mira wey, tú como policía, sabes que los vales son de la familia, si quieres te doy en efectivo, dime la cantidad’, me contestó, ‘déjame lo veo con el jefe de sector, y el jefe de sector ya no quiso atenderme; y ya no quisieron firmarme los oficios”.

Narra que regresó a los ocho días ‘vino conmigo mi señora, y ya no me quisieron recibir mis incapacidades. Le dijeron que yo ya estaba dado de baja. Me daban cinco incapacidades de ocho días cada una. Todavía en enero (2007) me atrevo a venir acá, ‘Oye, ¿por qué no me recibes?’ les dije; ¡Son órdenes del jefe! Respondieron. Entonces fui al ISSSTE para continuar con mi rehabilitación y no me atienden porque ya estaba reportada mi baja.

Puede la Secretaria de Seguridad, antes Pública hoy Ciudadana, abandonar uno de sus mandos después de que, en cumplimiento de su deber dentro del servicio y uniformado, fue lesionado por la delincuencia. Si bien faltó a sus labores por estar en convalecencia, la Comisión de Honor y Justicia de esa institución, le inició un proceso sin tomar en cuenta lo anterior, pese a estar delicado de salud a consecuencia de los impactos de arma de fuego, lesiones, lo cual lo vulneró, estando en convalecencia, dejándolo desvalido y sin atención médica.