José Sobrevilla, 62 años, Ciudad de México. Periodista de vocación, desde hace años padece el fluctuante mercado laboral, agudizado por la actual pandemia; vive en un contexto atrapado entre la supervivencia económica y el temor no solo hacia el COVID, sino también hacia los grupos delincuenciales que debilitan las relaciones vecinales que poco o nada encuentran fuerzas para organizarse. En estos meses José ha vivido en carne propia la súbita pérdida de dos familiares, así como el asesinato de vecinos. A pesar de ello, encuentra en Internet una herramienta fundamental para el desarrollo de los talentos y la organización social, por lo que hoy más que nunca aboga por su acceso universal, mientras espera el regreso a una cierta normalidad que le permita visitar a su familia en la huasteca veracruzana, un lugar hoy en manos de la delincuencia organizada. Crónica recibida el 27 de junio de 2020.


Desde antes de que llegara el coronavirus y se mediatizara, lo venía revisando, pero desde un punto de vista de cómo se originaba o quién lo podría haber originado. Hice lecturas de gente como Daniel Estulin, de algunas páginas web traducidas de la red profunda, de lo que no encuentras en Google. Como resultado de mis investigaciones empecé a dudar de que el COVID fuera una pandemia derivada de cuestiones naturales. Más bien tengo la idea de que esto es un experimento de laboratorio.

La pandemia me llegó en un momento muy complicado, porque un mes antes había terminado mi relación laboral con Noreste, medio del que era corresponsal en las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador. Antes de eso me llamaba la atención el descuido que había en las conferencias durante los primeros días, sin ningún tipo de protección; pero luego dejé de asistir y empecé a informarme acerca de en qué consistía el coronavirus y todas las teorías que se manejaban, desde la zoonosis hasta las conspiraciones.

Encontré que la Universidad Hopkins, la Fundación Bill y Melinda Gates y algunos gobiernos como el de China y Estados Unidos habían hecho un experimento meses antes sobre cómo reaccionaría el estado de Nueva York ante una pandemia, un proyecto llamado 201. Me empecé a preguntar por qué hicieron un simulacro meses antes, lo que coincidía con declaraciones tanto del Fondo Monetario Internacional como de la Fundación Bill Gates en las que buscaban reducir la reproducción de la población en el mundo, porque estaban colapsando los sistemas de pensiones a nivel mundial, dado que el promedio de vida había aumentado; incluso hubo un manifiesto que sacó el FMI, llamando la atención hacia el riesgo de longevidad.

A partir de los datos rescatados empecé a publicar artículos al respecto, inclusive saqué información sobre el nuevo orden mundial y los intereses que hay detrás, pero también los intereses que hay detrás de la gente que ha investigado esto, como Daniel Estulin, un contraespía ruso que de repente se volvió analista global y escribió un libro sobre el Club Bilderberg; le empecé a leer y vi que tenía mucha lógica, por lo que concluí que el coronavirus podía ser una estrategia muy interesante que le va cambiando la vida a todo el mundo. Aunque cada país tomó sus propias medidas, a todos nos afectó igual, porque si bien hay culturas que no tienen esa cachondez que tiene la cultura latina, y más concretamente la mexicana del saludo, el beso, el velar al muerto, le pegó fuertemente a la gente.

En el caso concreto de mi familia, de mi esposa, algunos nietos y yo, lo tomamos muy en serio, buscamos seguir todas las normas de protección que dictaba el gobierno, no salíamos, y si lo hacíamos, era con guantes, tapabocas y todo lo que recomendaban. Pero de repente se enfermaron tres de los hermanos de mi esposa. Estuvieron atendidos, pero tuvieron terror de ir a un hospital público. Dos de ellos radican en Iztapalapa, donde creo que se reúnen situaciones de contagio correspondientes a cientos de países. Se atendieron de manera un poco alejada de los hospitales públicos y lograron salvar la vida.

Pero tiempo después a mi esposa le avisaron que su primo se había contagiado y estaba muy grave. Estuvo agonizante y nadie lo podía ver más que tres o cuatro personas de las más cercanas, nosotros lo vivíamos con videollamadas vía WhatsApp, fue así que estuvimos cerca, pero fue muy doloroso para mi esposa porque ella había crecido con ese primo hermano. Un día recibe el mensaje de que acababa de morir, y lo triste fue que nadie podía ir a despedirse de él, sino que del hospital lo llevaron a cremar, y de las personas que estuvieron cerca, su esposa se contagió y al día siguiente de fallecer su esposo, falleció ella. Fue una tragedia aquí. Mi esposa sufría, se salía, se subía a la azotea y se sentaba a ver el horizonte, a ratos a llorar, qué más podía hacer…

Otra situación terrible que pasó también fue que, justo el día en que murió la esposa del primo hermano asaltaron la tienda de la esquina, asesinando a la dueña, quien me vendía cervezas. De repente nos llegó la noticia de que se metieron a robar y a ella le dieron un balazo en la cabeza, estaba sola en la tienda, ya que dos meses antes su marido había fallecido de una afectación de salud. Nos pegó mucho porque es gente con quien teníamos buena amistad vecina.

Aunque los panteones aquí están cerrados, se abren a cada rato para llevar gente. A tres casas murió el compadre de mi esposa, el maestro Isauro, quien tenía una asociación cultural donde enseñaba danza y cosas culturales. Se cayó y murió. Situaciones así de trágicas hemos vivido, conviviendo con el COVID-19.

Y aunque mi esposa no quiere que lo mencione, en esta colonia está instalado el CJNG; es un terror porque no sabes con quién te vas a topar aquí y todo mundo anda armado. Aquí nadie se mueve ni se organiza por lo mismo. El gobierno está distante en todos los sentidos, todo mundo está sobreviviendo como puede. Cuando empezaron a cerrar los mercados y las ventas de todo, nos pusimos a pensar, porque tenemos unos amigos que venden helados en varios mercados desde su empresa familiar, y mi esposa y yo vamos a lavarles los botes y ahí nos ganamos con lo que comemos. Pero de pronto empezaron a prohibirles vender. Entonces, de 200 o 150 diarios que íbamos a ganar ahí, ya solo los ganábamos una o dos veces por semana. Y así mucha gente está muy ahorcada. Es una zona muy popular en donde los partidos políticos vienen, prometen, incluso simulan apoyos, despensas muy chiquitas que cuando se comparan con las que está dando el narcotráfico, son de risa.

En estos momentos estoy desempleado absolutamente. De repente me genero algún ingreso; por ejemplo, una amiga que tiene un restaurante en la colonia Del Valle, le digo “oye amiga, si gustas te hago un video promocional para tu negocio, sin ningún compromiso, me das lo que puedas darme”, se lo hice y me dio 600 pesos. A otro amigo caricaturista le hice un video de su trabajo y me regaló 1000 pesos. Ayer un policía que fue despedido hace catorce años, después de que se enfrentó a balazos a la delincuencia y terminó en el hospital internado, la corporación lo dio de baja porque no llevó sus incapacidades, pero si estaba incapacitado no podía llevarlas; lo despidieron y desde hace 14 años está peleando porque lo restituyan. Me pidió que le hiciera un boletín periodístico y un video, algo que estoy trabajando ahorita y ahí me llevo otro ingreso.

De esta manera estamos más o menos sobreviviendo. No ha habido ningún apoyo del gobierno, porque no soy “nini” ni encajo en la edad de apoyo, por lo que no puedo percibir nada. Tengo licenciatura terminada en comunicación, diplomado en propaganda política y otras tantas cosas.

El presente lo estamos construyendo día a día, he estado vendiendo cosas que tengo como pinturas y esculturas. Hubo un tiempo en que compré arte, soy un poco sensible en ese terreno, y también para ayudar a los pintores les compré obra y permití que me pagaran con obra algunos trabajos, pero aún no la he logrado vender. Hice un video donde promoví un cuadro que compré a Julio Ferrá, quien tiene varios murales en el IPN, por ejemplo, pero hasta el momento no lo he podido vender. Lo que sí he vendido son mis colecciones de libros. Vendí varias muy buenas y bien pagadas.

Hay mucha información contradictoria. El gobierno ha generado una cápsula de medias mentiras y medias verdades por las cuales han generado una confusión muy grande. Loret de Mola nunca me cayó bien, a pesar de que trabajé con él un tiempo en Radio 13, pero hizo un buen reportaje en donde pone en video las contradicciones, cómo López Gatell te dice una cosa en la tarde y López Obrador en la mañana te dice lo contrario. Loret fue coleccionando esas piezas de video e hizo este reportaje que para mí representa mucho de la política gubernamental.

Sí, efectivamente, a algunos de mis nietos que son jóvenes y ninis sí les ha llegado la ayuda, pero no a todos, entonces creo yo que es muy desafortunada la política social del gobierno, porque está enfocada a nichos muy concretos que no significan ni representan la totalidad de las personas, queda mucha gente descobijada. MORENA vino aquí a repartir despensas, pero a cambio de la copia de la credencial de elector, y eso tiene fines políticos, porque con una copia ellos pueden hacer maravillas, como registrar un partido político. Cuando vinieron a condicionar el apoyo con esa copia, les dijimos que no nos íbamos a prestar a eso, que si querían les dábamos copia de otra identificación oficial, pero se negaron.

La crítica siempre va a ser molesta para el poder y el presidente. Él mismo ha sido contundente con la frase que Chávez dijo en un tiempo y también Fidel Castro: o están con la revolución o están contra la revolución; o están con la Cuarta Transformación o están en contra; y cuando ya se plantean las cosas en ese nivel es muy difícil hacer algo con ese gobierno, como decía un amigo escultor, Jorge Ismael Rodríguez: “he sido tan crítico y he vivido tanto la corrupción de este gobierno, que estoy en un punto en el que pasaría de ser crítico a volver a ser oposición”; me pareció muy cierto, muchas personas estamos en ese nivel, podemos criticar su programa de bienestar y sus obras cumbre, pero de pasar de críticos a opositores se me hace a mí muy fuerte, pero a ese nivel nos está acorralando. Yo siempre he criticado a quienes atacan a un gobierno cuando recién inicia, porque es aventarse a un enemigo por cuatro o cinco años, pero en este momento estamos llegando a ese grado.

En mis 62 años no había vivido algo parecido a esta situación mundial. Sí he vivido situaciones complicadas y otras bastante generosas de la vida, pero al principio de esta etapa yo me sentía desmoralizado y triste, hasta cuando entiendes que no hay manera de cambiar las cosas y, como dice mi amigo Edgardo Buscaglia, nosotros tenemos la solución a la mano, todo parece ser cuestión de formar grupos para motivar los cambios y tomar las riendas de gobierno, es perfectamente cierto de que sí se puede hacer, pero no en todos los países se puede lograr. Yo tengo amigos por quienes me hubiera jugado la vida cuando crearon sus organizaciones civiles y ahorita están apoyando la cuarta transformación, estoy pensando en Témoris Grecko, a quien quiero mucho y lo he entrevistado infinidad de veces, pero ahora anda aplaudiéndole a López Obrador y eso me descorazona.

Qué hace uno como periodista para sobrevivir situaciones de este tipo. Me pongo a escribir, es una buena terapia, pero ahora que encontré cómo editar videos me puedo amanecer haciendo eso, investigando temas. Uno de los últimos que investigué fue el del clorito de sodio, sobre el que he estado subiendo videos, revisando información e incluso vendiéndolo por internet. Este es un compuesto que el ingeniero alemán Andreas Kalcker empezó a estudiar hasta que encontró el punto en que debe ser utilizado para oxigenar la sangre, curando muchos problemas de salud. Este científico estuvo con una asociación médica haciendo un experimento con cien personas contagiadas de COVID, y a las cien las curó. Y antes del clorito de sodio, investigué los negocios que hay detrás de los medicamentos, un panorama cruel que me publicó el Club de Periodistas de México, por eso me llamó la atención el caso de Kalcker, quien a partir de sus investigaciones ha sido amenazado, porque es muy fuerte la mafia detrás del negocio de los medicamentos.

La única forma en que el ciudadano que no está incluido en los programas sociales de este gobierno puede participar es sin lugar a dudas el de la asociación civil. Las asociaciones civiles fueron muy golpeadas y están siendo muy golpeadas por este gobierno. En un tiempo fueron la alternativa y en virtud de ellas se solucionaban algunas cosas, pero terminaron en corrupción en un segundo momento. Puedo constatar los programas de ayuda del teletón, que no es nuevo, sino que viene de Chile. Empezaron bien, construyendo algunos centros de apoyo a gente marginada que no podía tener acceso a los servicios de salud del gobierno, pero terminaron convirtiéndose en negocio de los multimillonarios de Televisa, y TV Azteca hizo una cosa parecida.

El punto es que cuando organiza algo la sociedad civil todo mundo llega con su piel de oveja y después saca la del lobo. Somos seres humanos, no se les critica tampoco porque es parte de la naturaleza humana. Lo que sí veo muy complicado es que mientras más se recrudecen los problemas, más desconfianza se genera entre la gente y nos pasa lo que nos pasó cuando después de todos los gobiernos panistas y priistas que gobernaron de manera unilateral y descaradamente utilizaban para negocios particulares los poderes de gobierno, llegó la voz del profeta Andrés Manuel, prometiendo que iba a limpiar de corrupción, que iba a buscar la igualdad, pero nada. Año y medio creo que ha sido suficiente para que se le pueda evaluar. Su discurso está distanciado de sus reales intereses. No sé cuánto vaya a durar, pero esta situación va a cambiarlo.

No se pueden formar agrupaciones porque no es un problema de México, sino un problema mundial. En las cumbres que hacen las grandes transnacionales reclutan liderazgos emergentes. Cuando Enrique Peña empezaba a moverse le fueron creando su liderazgo para que llegara a ser presidente, y desde mucho antes de que fuera gobernador del Estado de México lo invitaron a esa cumbre y lo convencieron sobre a quién debía servir su gobierno. Lo mismo pasó con Ricardo Monreal. Los liderazgos que puedan salir son cooptados porque los intereses son globales. No puede crecer un liderazgo natural, o lo cooptan o lo eliminan. La riqueza en el mundo está en no más de cien familias. La riqueza del país en no más de 11 familias, que son las que deciden qué sí y qué no.

Aprender a vivir entre todo esto sin quedar traumados, sin dejar la piel, no es sencillo. Incluso la misma cultura, el mismo arte ha tenido una salpicada de esta corrupción. En algún momento el arte se ha acercado demasiado al poder y ha estado vinculado a esta modernidad, que anteriormente era la globalidad, pero dicen que se ha perdido a partir de la pandemia; entramos a otra etapa que es una modernidad donde las tecnologías son las que van a definir gran parte de la vida en el futuro. Hace años escribí un artículo que se llama el internet de las cosas, cuando ya todo se mueve por internet.

También escribí investigaciones que me gusta hacer y que impiden que me vuelva loco, sobre la obsolescencia programada, un término que me pareció muy raro cuando lo descubrí, así que lo investigué. Resulta que cuando Tomás Alva Edison inventó el foco, este tenía una duración de seis años; la obsolescencia programada es que un foco ya no dure más de un año y medio o dos años, seis meses, etcétera. Hay leyes en Europa que están en contra de eso porque hay mucho basurero industrial, pero este es el mundo en el que vivimos.

Una de las cosas que tiene el ser humano son los talentos y las oportunidades de aplicarlos ante una situación, pero yo ahorita la veo muy complicada, porque estamos experimentando un gobierno difícil que, si bien prometió internet gratis, no termino de creerle porque cuando fue Jefe de Gobierno Andrés Manuel prometió que iba a hacer de la Ciudad de México la ciudad tecnológica, del tipo Silicón Valley. Creo que mucho ayudaría que el internet se volviera no un negocio de Carlos Slim, sino un medio que ayude a que la gente se vincule y pueda organizarse para solucionar problemas sociales y problemas de sobrevivencia. Por el momento en internet la mayor parte de los negocios son ilícitos, algo que en estos momentos afecta no solo a las ciudades, sino también a los pequeños pueblos en provincia, como el pueblo en que nací.

Me crie en el campo y salí a la ciudad a estudiar. Soy el único que de mi familia tiene una profesión. A mí me significó salir del campo a la ciudad todo un trauma. Sociológicamente los que somos rancheros de algún modo y salimos a la ciudad, aparecemos como personas con difícil grado de adaptación, muchos no nos casamos, y si lo hacemos no tenemos hijos y tenemos una forma de pensar también diferente. Somos muy raros los que llegamos de provincia a ciudad a temprana edad. Soy originario de la huasteca veracruzana, un lugar adorable, donde se come zacahuil, y en algunas ocasiones llegamos a comer jabalí, tortuga, infinidad de comidas exóticas que se dan por allá; el venado ni se diga, a pesar de que está en extinción, allá se da bastante. Me tocó ver algunos leopardos en el rancho de mi hermano y es muy padre para mí ir allá porque le preparan a uno algún platillo de la región. Iría a visitar a mi familia solo hasta que superemos el riesgo de contagios.

Aunque no a vivir, porque una vez regresé harto de la ciudad, y no me adapté. La vida de la ciudad es diferente y extrañaba infinidad de cosas, desde ir a una presentación de un libro, una exposición, conciertos de música clásica, que en aquellos rumbos solamente se dan en Tampico, Tamaulipas, el estado vecino del norte, donde alguna vez escuché, con la boca abierta, al violinista mexicano Hermilo Novelo con su Stradivarius, tocando el opus 25 de Tchaikovski en re menor, yo estaba extasiado, habíamos como ocho o 10 personas, y yo, como no se llenó el auditorio, pude sentarme hasta adelante y lo tenía de pechito. Ese y otro concierto al que fui me hicieron preguntarme, bueno, qué hago acá. En estos tiempos he pensado ir, pero ya conozco la lección, voy una semana o máximo un mes y ya no me aguanto. La vida es diferente, los días corren diferente, no sé… como que me falta la ciudad para pensar en otras cosas, porque allá es solo el campo, y ahorita lo pienso porque el pueblo está tomado por un grupo delincuencial, totalmente tomado. Hace años me presentaron al capo, que al día de hoy tiene un grupo de delincuencia organizada y no me regresaría por esa situación también.