Saludar de mano, beso o abrazo es más que una cortesía, o una costumbre, es una necesidad para mexicanos y latinos quienes siempre hemos sido efusivos y cariñosos; sin embargo, la multimencionada pandemia hasta de eso nos ha privado. Ni se diga la solemne tradición de velar a nuestros muertos, visitar a nuestros familiares, festejar a los amigos. Será raro encontrarnos con alguien muy querido y reprimir las ganas de abrazarlo con el afecto con que siempre lo hemos hecho, pero el peligro del contagio nos detiene. Cierto. El Covid19 nos cambiará en muchos aspectos estas añejas costumbres.

Los humanos, ya sea entre amigos, familiares, conocidos o desconocidos, tradicionalmente nos saludamos con la forma más antigua y extendida que es el apretón de manos. El beso sencillo o en cada mejilla ha sido cuando hay más confianza o quieres desarrollarla entre personas del sexo opuesto; aunque también en algunos grupos se da el respetuoso beso entre hombres.

El maestro Kumu Glen M. Kila, de la comunidad de Waianae, Hawái, a quien como Director Ejecutivo y Oficial de Educación se debe la conversión de la escuela pública (2007) en la isla, siempre saludaba de acuerdo a la costumbre llamada “honi”, cara a cara, ojo a ojo”, que significa “compartir el espíritu de cada uno” y consiste en juntar las dos frentes y aspirar el “ha”, aliento de la otra persona. Hoy, –por la sana distancia– ha dicho que ha tenido que adoptar la reverencia utilizada por algunas culturas asiáticas.

La más popular teoría del origen del apretón de manos –se dice– surgió como un gesto de paz para demostrar que no estabas armado, lo que se confirmaba al mover las manos arriba y abajo demostrando que no se llevaba nada escondido bajo la manga. En la cultura griega, cerámicas y lápidas han mostrado a dioses cerrando tratos de esta forma; y entre los romanos antiguos era tradicional darse la mano cuando se encontraban ya sea en el Foro, el Senado o en cualquier celebración.

Ilustración realizado por EKO especialmente para esta columna

En Estados Unidos, saludar estrechando la mano –consigna National Geografic– tiene su origen en el siglo XIX y fue impulsado por cuáqueros (‘Sociedad religiosa de los amigos’ o iglesia de los amigos, fundada en Inglaterra en el siglo XVII) quienes pensaban que darse la mano era una forma más «democrática» de saludo que hacer una reverencia o descubrirse la cabeza. Era una manera de eliminar las jerarquías.

Algunos animales, para reconocerse, se huelen unos a otros y, según el experimento realizado con cámaras ocultas por un grupo de científicos israelíes en 2015, demostró que un cuarto de los humanos participantes, después de saludarse, olían sus manos, concluyendo que, a nivel biológico, era una forma tal vez inconsciente de detectar señales químicas y una forma de comunicación.

Uno de los coautores del estudio, Idan Frumin (investigador del Instituto Weizmann de Israel), ha dicho que «Las personas no se dan cuenta cuando lo hacen» y que cuando mostraron el estudio a algunos participantes, éstos pensaron que había algún truco en el video.

Es evidente que todos emanamos sustancias químicas de la piel y, sin darnos cuenta, el cerebro recoge esa información de lo que la otra persona siente: si está feliz, tranquilo, molesto, nervioso (con sudoración), etcétera, todo ello se comunica en un simple apretón de manos. El estudio derivó en algunos hechos curiosos que confirman lo que decíamos al principio, (que se saludaba para demostrar que no estamos armado). Tal vez por ello, en la película El Gladiador, se registra un apretón de manos combinado con codo y brazo.

Es común que, en una entrevista de trabajo, los reclutadores consideren que un fuerte apretón de manos revele a una personalidad sociable, más capaz que quienes saludan con uno débil. Incluso, el estudio del Journal of Applied Psychology concluye que un apretón firme indica confianza en sí mismo y extroversión.

El portal “lenguaje corporal. El arte de la estrategia” asegura que damos la mano para hacer que la gente sea como nosotros; interacción que activa las partes del cerebro ligadas a la cuestión social, “dar la mano a la gente nos hace vernos bajo una luz más favorable, y reduce las probabilidades de que interpreten nuestras palabras o comportamiento de forma negativa”[1].

En algunas regiones de Asia y Medio Oriente es ofensivo saludar con la mano izquierda, tocarla o cruzarla la mano para posarla en su hombro, porque esta mano es usada para realizar la limpieza íntima, muchas veces sin papel sanitario. Pero en otras culturas, el apretón demasiado largo suele resultar incómodo; aunque también, cuando es demasiado rápido puede reflejar arrogancia y desinterés.

El beso como saludo íntimo

El beso siempre ha sido una muestra de cariño, pero en el ámbito social es también una forma de saludo: para algunos es algo más cordial o cercano, aunque para otros puede ser una imprudencia. En España se besa más al saludarse, sin embargo, hace años no era así, ha señalado José Daniel Barquero, presidente del Consejo Superior Europeo de Doctores y director general de la Fundación Universitaria. Mientras que Cristina de la Vega, entonces presidenta de la Asociación Española de Protocolo ha asegurado que en España el beso es una señal de cariño, no de saludo (La Vanguardia)[2].

En la cultura occidental, a la hora de saludar de beso, por lo general, existen marcadas diferencias. España y América Latina lo hace con uno o dos besos, mientras que en Estados Unidos depende del Estado, el círculo social y la magnitud de la urbe o si es zona rural. Texas, por ejemplo, no acostumbra el beso más que en la familia, pero sí en Los Ángeles.

Canadá y otros países europeos como Reino Unido y Alemania, lo acostumbran principalmente entre familiares; no así en otros países europeos. Normandía tiene por costumbre saludar con cuatro besos, dos en cada mejilla; mientras que en algunas zonas de Francia y Holanda se dan tres besos, siempre en mejillas. En Rusia el número de besos puede llegar a seis, aunque también puede verse el triple beso; incluso no es mal visto que dos hombres se besen en el saludo, como ha sido inmortalizado en fotografías entre mandatarios.

Los romanos tenían tres versiones del beso: el osculum (beso en la mejilla, típico entre amigos), el basium (beso en los labios, destinado al esposo o esposa) y el suavem (beso entre amantes). El cristianismo incorporó muy pronto este gesto y se usó en ceremonias religiosas. En su Epístola a los romanos, San Pablo recomendaba a sus seguidores «saludarse con un beso sagrado», por ejemplo.

En la Edad Media un beso se daba como señal de fidelidad y para sellar acuerdos. Se cree que durante la peste que asoló Europa en el siglo XIV, Francia pudo haber abandonado esta costumbre y no la recuperó hasta después de la Revolución Francesa, en 1789.

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Información

https://www.infobae.com/america/agencias/2020/04/05/hawaianos-suspenden-saludos-tradicionales-por-covid-19/
http://www.lenguajecorporal.elartedelaestrategia.com/5-cosas-que-no-sabias-sobre-tu-apreton-de-manos.html#.XwxIjihKiUk
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/origen-apreton-manos-y-besos-para-saludarse_15175
http://www.koaike.org/AboutUs/about.html
https://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20140221/54401507242/el-saludo-con-besos.html

[1] http://www.lenguajecorporal.elartedelaestrategia.com/5-cosas-que-no-sabias-sobre-tu-apreton-de-manos.html#.XwxIjihKiUk

[2] https://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20140221/54401507242/el-saludo-con-besos.html