El nuevo orden mundial, hoy llamado “nueva normalidad”, así como los distintos gobiernos, nos han estado vendiendo la idea de que la salud es un derecho humano indispensable para el ejercicio de los demás derechos; incluso lo plasmaron en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948 Art.25) ampliándola al acceso a una alimentación adecuada, agua, saneamiento, ropa, vivienda y cuidados médicos. Y fueron más allá: “la protección social cubrirá circunstancias ajenas a uno mismo como invalidez, viudedad, desempleo y vejez. Madres y niños tienen derecho a cuidados y asistencia especiales”[1], remata la declaración. Sin embargo, ante estos “derechos” el mundo sería un paraíso digno de vivir, pero ¿en qué medida se han ido diluyendo en el mar de intereses que hoy privan?

Para el Pacto Internacional por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales aprobado por la ONU el 16 de diciembre de 1966, casi 54 años después, los derechos económicos, sociales y culturales se siguen considerando ‘derechos de igualdad material’, y por medio de ellos las personas alcanzarán la satisfacción de las necesidades básicas y el máximo nivel posible de vida digna.

Para la mayoría de la población mundial, es claro que estos derechos son letra muerta en muchos sentidos, porque –en sus principios– ni la Organización Mundial de la Salud, OMS, ha sido coherente cuando dice que a los ciudadanos les asiste el derecho a un sistema de atención sanitaria que ofrezca las mismas oportunidades a todos para alcanzar el máximo estado de salud posible.

La ambición, el negocio y el lucro desmedido han anulado estos propósitos.

Pese a que, en México, la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, Canifarma, aporta algo así como 100,000 empleos directos y 500,000 indirectos (pagados a nivel de subsistencia) y que con sus más de 160 empresas representan el 1% del PIB, siguen lucrando con las necesidades de salud de la gente y, hasta el mes de mayo pasado, han previsto un crecimiento de hasta el 7%; toda vez que, con la pandemia y desde antes, han sido el octavo productor de equipo médico a nivel mundial y el primero en Latinoamérica.

Cada año invierten aproximadamente 38,000 millones de pesos (USD 1,670 millones)[2], sin embargo, reportes periodísticos revelan que este 2020 aún no lo tienen estimado; lo que sí es un hecho es que en lo que va del año sus ventas de medicamentos controlados para la ansiedad y antidepresivos para vías respiratorias (este último 10%) han tenido un crecimiento de hasta 30 por ciento.

A nivel mundial, datos de la firma Brand Finance[3] revelan que en 2018 la industria farmacéutica representó un valor de $1.11 mil millones de dólares, y que, de seguir así, proyectan su crecimiento, al término de 2020, superior al 28.8%, pudiendo alcanzar $1.43 mil millones de la misma moneda. El año pasado (2019) las más grandes farmacéuticas fueron Roche, facturando 6.915 millones de dólares anuales; Bayer (6.209), Pfizer (4.776), Abbott (4.455), Merck (4.141), Sanofi (3.384) y Novartis con 3.362 millones de dólares.   

¿Considera usted que –con estos números y el negro historial– la industria farmacéutica se interese en encontrar la cura para el Coronavirus? Seguramente coincidirá en que buscarán únicamente administrar la pandemia para lucrar más con la enfermedad. ¿Qué los detendría?

En 1993, el Premio Nobel de medicina, biólogo molecular e investigador británico Richard J. Roberts se los dijo en el rostro: si la industria farmacéutica solo piensa en sus beneficios económicos, dejará de preocuparse por servir a los seres humanos. “He comprobado cómo, en algunos casos, los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que habrían acabado por completo con una enfermedad, pero esto no hubiera sido rentable porque las farmacéuticas a menudo no están interesadas en curarle a usted, si no en sacarle dinero; así que esa investigación, de repente es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que mantienen la enfermedad, le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento. El interés no es curar, sino mantener como incurables las dolencias”[4].

Ello nos hace recordar al colombiano Germán Velásquez quien después de trabajar más de 20 años en la OMS, coordinando el programa de acceso a medicamentos, llegó a ser tan crítico con la gestión de las multinacionales farmacéuticas y de la OMS que, sus informes y declaraciones, hicieron que abiertamente fuera amenazado de muerte por las farmacéuticas. Primero fue asaltado y golpeado en Brasil y después, en Estados Unidos lo volvieron a hacer recordándole si ya había olvidado el incidente de Brasil, y le argumentaron que era un mensaje de las farmacéuticas. “Fue en su momento la cara más visible de la batalla contra las multinacionales dedicadas a la producción y distribución de fármacos”[5].

Entrevistado en 2015, Velásquez dijo “No soy enemigo de la industria farmacéutica, pero hoy en día, como está constituida, es enemiga de la salud pública. Logra beneficios que no los tiene ni la industria financiera, del armamento o del automóvil. Muchos medicamentos, al encontrarse secuestrados bajo una patente durante 20 años, el fabricante pone el precio que quiere y, normalmente, no tiene nada que ver con su costo de producción”.

Al respecto, cierto día, el director general de Gilead Sciences, la biofarmacéutica estadounidense fabricante de la cura de la Hepatitis C, y que tan solo en Estados Unidos ha vendido en hasta 82 mil dólares las 12 semanas de tratamiento, llegó a afirmar –en entrevista– que el precio del fármaco lo fijó teniendo en cuenta el costo de un trasplante de hígado (casi 100.000 dólares) que es a lo que puede conducir esta enfermedad,[6] según revelación del propio Germán Velásquez.

¿Sabía usted que –en el mundo– las diez más grandes farmacéuticas han conformado el conglomerado BIG Pharma y son las que controlan el mercado farmacéutico mundial? Sus beneficios han superado la suma de todos los que obtienen las otras 490 multinacionales según lista publicada por Fortune[7].  

En 2017, las 10 principales compañías farmacéuticas mundiales generaron ventas por valor de 437.257 millones de dólares, lo que aproximadamente representa el 40% de la cuota del mercado mundial, y las 15 principales compañías farmacéuticas mundiales llegaron a generar ventas por 568.617 millones de dólares, representando el 51% de la cuota mundial del mercado[8].

Globalización y farmacocracia

Desde 2004 los medicamentos más vendidos en el mundo han sido Lipitor, reductor del colesterol, fabricado por Pfizer, cuya venta solo en un año ha sumado 10,300 millones de dólares. El siguiente es Zocor Heart-Pro, otro reductor del colesterol fabricado por Merc, cuyas ventas en un año han sido de 6,100 millones de dólares. El tercero es Ziprexa, un antidepresivo fabricado por Eli Lilly, y que le permitió facturar 4,800 millones en un año.

Entre los siete restantes se encuentran dos para tratar úlceras, uno para la hipertensión, un antidepresivo, uno para problemas cardiacos, otro para el asma y uno más para la anemia. Todos con una facturación anual de unos 48,000 millones de dólares y, tal como lo imaginó, fueron vendidos absolutamente en países ricos como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.

Hace tres meses, la especialista financiera Engge Chavarría dijo a El Heraldo de México que pese a los problemas que ha tenido la Bolsa, las farmacéuticas han aumentado sus ingresos hasta en un 200 por ciento. Mencionó que las acciones de Johnson&Johnson han subido más de un 40%, igual que las otras empresas que hacen ensayos clínicos para la vacuna contra el Coronavirus[9]. Sin olvidar, por supuesto, que, con la pandemia y el encierro, las acciones de Netflix también se han disparado en un 15 por ciento.

Para no olvidar quienes podrían estar lucrando o buscarían hacerlo, hay que tener presente que, en el llamado Evento 201, como se llamó el ensayo de simulacro de pandemia realizado en un hotel de Nueva York en septiembre de 2019, tres meses antes del primer contagio en Wuhan, China, estuvieron Ryan Morhard, asesor en materia de salud y economía del Foro Económico Mundial; Chris Elías, presidente de la división de desarrollo global de la Fundación Bill y Melinda Gates; Tim Evans, ex director de salud del Banco Mundial; Avril Haines, ex subdirectora de la CIA y funcionaria de Barack Obama, Sofía Borges, (@Sofia_Borges7) en representación de las Naciones Unidas.

También el sudafricano Stanley M. Bergman, presidente de la junta y CEO de Henry Schein (distribuidor mundial de suministros médicos y dentales, incluidas vacunas, productos farmacéuticos, servicios financieros y equipos); Paul Stoffels, Director Científico de Johnson & Johnson (empresa que financiara gran parte de la campaña de @realDonaldTrump); Matthew Harrington, director de operaciones globales de Edelman (una de las firmas de consultoría de marketing y relaciones públicas más grandes del mundo); Martin Knuchel, jefe de gestión de crisis, emergencias y continuidad de negocios de Lufthansa; Eduardo Martínez, presidente de la Fundación UPS, empresa de paquetería que en 2019 apoyó a la comunidad LGBTQ; Hasti Taghi, vicepresidente y asesor ejecutivo de la cadena norteamericana NBC y Lavan Thiru, representante jefe de la autoridad monetaria de Singapur[10].

De 2000 a 2003, cita la teóloga y monja española de la Orden de San Benito, Teresa Forcades Vila en su libro “Los crímenes de las grandes compañías Farmacéuticas” (2006)[11] casi la totalidad de las grandes compañías farmacéuticas pasaron por los tribunales estadounidenses acusadas de prácticas fraudulentas. Ocho han sido condenadas a pagar más 2,2 millones de dólares de multa, y cuatro (TAP Pharmaceuticals, Abbot, Astra Seneca, y Bayer) han reconocido haber sido responsables por actuaciones criminales que han puesto en peligro la salud y la vida de miles de personas.

No obstante, la industria farmacéutica mexicana: Canifarma, la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), la Asociación Nacional de Fabricantes de Medicamentos (Anafam) y la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos (Amelaf) han pegado el grito al cielo por la decisión de López Obrador de comprar medicamentos al extranjero por 60.000 millones de pesos, unos 2.660 millones de dólares, esto para evitar la corrupción. Han acusado que “las dificultades de abasto observadas en algunos grupos de bienes terapéuticos que demandan los mexicanos, a través de las instituciones públicas del Sistema Nacional de Salud (SNS), se deben a la falta de planeación y transparencia[12] de su gobierno.

Con la mayoría de Morena y aliados en la Cámara de Diputados, este miércoles 22 de julio, la Comisión de Transparencia y Anticorrupción aprobó la reforma a la Ley de Adquisiciones que permitirá al gobierno federal realizar licitaciones públicas en el extranjero para adquirir medicamentos y vacunas vía organismos intergubernamentales; ahí, la bancada del PAN, acusó que –con ello– se está “abriendo la puerta a la corrupción” y que se pone en riesgo a la industria farmacéutica nacional.

Rafael Gual Cosío, director general de la CANIFARMA ha calificado como “contradicción” que se busquen los fármacos en el extranjero, debido a que se estaría perdiendo soberanía en cuanto a la forma en la que se elaboran y compran medicamentos[13].

Mientras, el gobierno estadounidense anunciaba que pagará mil 950 millones de dólares a Pfizer y a la firma alemana BioNTech para que le produzcan y suministren 100 millones de dosis de su candidata a vacuna contra el Covid-19; lo que permitirá a los norteamericanos adquirir un volumen adicional de 500 millones de dosis, según anuncio del Departamento de Salud y Servicios Humanos y el Departamento de Defensa[14].

Con bombo y platillo, este 22 de julio (2020)[15], Forbes daba a conocer que Genomma Lab había incrementado sus ventas en 10.9% (3,277 millones de pesos) por innovación en productos; haciendo referencia al lanzamiento de la marca de rastrillos Groomen en México, la expansión de la línea antibacterial en Estados Unidos, México, Argentina y Colombia y el lanzamiento de un dispositivo de diagnóstico de VIH en Brasil.

Insistiremos en el tema.

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Otras fuentes:

https://elpais.com/elpais/2017/07/04/ciencia/1499183349_915192.html
https://www.academia.edu/3641302/Los_crimenes_de_las_grandes_farmaceuticas
https://www.documaniatv.com/social/salud-en-venta-video_56b431616.html

[1] https://news.un.org/es/story/2018/12/1447511

[2] https://www.infobae.com/america/mexico/2020/05/23/coronavirus-en-mexico-industria-farmaceutica-triplica-esfuerzos-para-afrontar-pandemia/

[3] https://www.sectorial.co/informativa-farmaceutico/item/228683-industria-farmac%C3%A9utica-crecer%C3%A1-28-8-a-2020#:~:text=A%20nivel%20mundial%20la%20industria,%241.43%20mil%20millones%20de%20d%C3%B3lares. 

[4] https://www.youtube.com/watch?v=b3KeJ8DFjwQ&t=205s

[5] https://as.com/diarioas/2020/04/24/actualidad/1587727813_265795.html

[6] https://www.publico.es/sociedad/german-velasquez-80-medicamentos-tratan.html

[7] https://www.redaccionmedica.com/secciones/industria/once-farmaceuticas-entre-las-500-mayores-empresas-de-eeuu–9330

[8] https://www.aimfa.es/top-10-companias-farmaceuticas-2018-nivel-mundial/

[9] https://www.youtube.com/watch?v=mUmV9-No3OE&t=65s

[10] https://kaosenlared.net/el-coronavirus-se-ensayo-mediante-un-simulacro-de-pandemia-en-septiembre-de-2019-en-un-hotel-de-nueva-york/

[11] https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es141.pdf

[12] https://palabrasclaras.mx/nacional/industria-farmaceutica-mexicana-cuestiona-al-gobierno-compra-de-medicamentos-en-el-extranjero/

[13] https://heraldodemexico.com.mx/pais/compra-medicinas-extranjero-pone-riesgo-abasto-calidad-farmacos-entrega-no-hay-licitacion-para-2021-farmaceuticas/

[14] http://laprensademonclova.com/2020/07/22/pacta-eu-1950-mdd-con-farmaceutica-por-vacunas-de-covid/

[15] https://www.forbes.com.mx/negocios-genomma-lab-incrementa-ventas-en-el-ultimo-trimestre/