Los sistemas de salud en el mundo, en definitiva, no estaban preparados para afrontar una pandemia como la que –“psicológica o realmente”– está padeciendo la humanidad. Destaco lo entrecomillado, porque hay varias cosas detrás de la pandemia que ameritan un análisis más serio e informado. En esta columna trataremos de hacerlo sin “complotísmos baratos” y basándonos en los incuestionables análisis de especialistas.
¿A qué me refiero? Por citar un dato, le cuento que la revista The Economist, en el número del 26 de marzo 2020, publicó en su portada una caricatura de Luca D’Urbino donde se ve una mano gigante sujetando con una correa a un pequeño hombre con cubrebocas, como si lo sacara a pasear y a hacer sus necesidades y este, a la vez, hacía lo mismo con un perro, también con cubrehocico sosteniéndolo de la mano con otra correa. El título: “Everything’s under control” (Todo está bajo control)”, seguido de “Se necesita un gran gobierno para combatir la pandemia. Lo que importa es cómo vuelve a encogerse después”.
¿Sabe usted quiénes son los dueños de esta revista?
Nada menos que las élites que dominan el mundo, asegura Cristina Martín Jiménez, autora de “La verdad de la pandemia, Quién ha sido y por qué” [1], donde explica que el 50% de las acciones las tiene Pearson PLC (compañía editorial británica y de servicios educativos multinacional con sede en Londres); esto a través de The Financial Times Limited. El resto de capital accionario es de magnates como Lord Cadbury (soberano de los chocolates con la Corona británica), la familia Rothschild (fundadores de bancos e instituciones financieras a finales del siglo XVII), el magnate hotelero Schroder (de Wisconsin) y Gianni Agnelli, herederos del emporio Fiat cuyos ingresos han llegado a representar más del 4% del PIB de toda Italia, todos miembros del Club Bilderberg (llamada así la reunión anual de los aproximadamente 130 más influyentes del planeta); y a la que asisten sus editores en jefe.
En varias partes del mundo, los sistemas sanitarios o de salud sufrían –por lo general–, importantes recortes presupuestales materializados en escasez de camas de hospital, menos personal, mayores listas de esperas, ausencia de medicamentos, material, etcétera. En el IMSS, por ejemplo, muchos fuimos víctimas de citas que se programaban para tres o cuatro meses (cuando si no te morías, olvidabas de qué estabas enfermo).
Antes de la pandemia, el enfoque de estos sistemas salud era inapropiado porque todo se dirigía a atender enfermedades crónicas y degenerativas, dejando de lado las emergencias infectocontagiosas, pese a que traíamos casos ya como el H1N1, las gripes, el SIDA y otras. Poco o nada se hacía para reforzar la atención epidemiológica ni para la información o prevención sanitaria.
En México como en varios países inició ya el programa de vacunación contra el Covid19, pero ésta no se hace con estrategia global… lo cual evidentemente es un error porque el objetivo es inocular a todos los países por el alto nivel de contagios y no dejarlo al libre albedrío de los gobiernos por ser emergencia mundial, no solo local. Además, muchos países como el nuestro –dice la OMS– no se toman en serio medidas preventivas como uso de cubrebocas, sana distancia, lavado de manos, etcétera, lo que hace ver que, pese a la vacunación, la amenaza de contagio seguirá latente.
Es necesario socializar y programar la aplicación de las vacunas en forma sistemática para acabar con la pandemia; pero, sobre todo, asegurarnos de la efectividad de las vacunas y que nos garanticen que no habrá reacciones secundarias. También transparentar cuál es la temporalidad de la misma, o sea, saber a ciencia cierta cuánto tiempo nos protegerá y cuál será su comportamiento ante los nuevos brotes.
Este viernes 25 de diciembre fue ampliamente difundida una foto de la protesta del personal de salud del Centro Médico La Raza quejándose porque las primeras 22 vacunas enviadas a ese lugar fueron aplicadas al personal directivo, muchos de los cuales no están al frente de los pacientes Covid. Naturalmente el IMSS negó que hubiera sido así[2] pero este hecho refleja –quiérase o no– que el manejo de su aplicación es parcial.
Síntoma de que todo forma parte de un gran negocio, donde hasta la Organización Mundial de la Salud, OMS, pudiera estar involucrada, es que las firmas farmacéuticas han establecido patentes que dificultarán el acceso a países extremadamente pobres; esto a pesar de que llevan una larga vida enriqueciéndose con las patologías de la gente.
Las patentes harán que únicamente los países ricos puedan tener acceso a las vacunas y que gran parte de la tierra quede sin vacunar, cuando está documentado que al menos el 50% de las investigaciones de los laboratorios es realizada con dineros públicos.
Lo curioso es que, con esta pandemia, o nos salvamos todos, ricos y pobres, o seguiremos esclavizados a quienes lucran con la salud, y que han corrompido a muchos gobiernos e instituciones globales como la OMS. Esta institución, creada por iniciativa del magnate David Rockefeller (ver ¿Por qué la medicina moderna no reconoce métodos tradicionales?[3] Publicado en esta columna), ha perdido la oportunidad de liderazgo mundial al unirse a los intereses de las nueve farmacéuticas que liderean la carrera por las vacunas.
Si usted quiere acercarse más a la guerra que están librando las multinacionales que fabrican las nuevas vacunas, recomiendo la nota de Marciano Sánchez Bayle[4] donde dice que esta batalla se está librando más en los medios de comunicación y las Bolsas de Valores del mundo que en las revistas científicas, lo que genera desconfianza tanto en la eficacia como en la seguridad de estas vacunas.
Los costos de la vacunación en México
Después del primer contagio en el país, el 23 de marzo 2020 –documenta Animal Político–, el 9 de abril, en investigación de Nayeli Roldán y Francisco Sandoval, esta publicación cabeceó “México inició la compra de insumos para coronavirus 24 días después del primer caso; ha gastado 2 mil 309 mdp”, evidenciando que apenas hasta el 6 de abril fue que destinó 98% de estos recursos, (2 mil 274 millones de pesos), para la compra (realizada el 30 de marzo 2020) de 2 mil 500 ventiladores para el IMSS y los restantes 35 millones: gel desinfectante, cubrebocas, ropa desechable, guantes, y material de curación para hospitales.
En agosto pasado, el 11, López Obrador dijo que tenía una reserva de 100,000 millones de pesos (4,500 millones de dólares) para comprar vacunas contra el coronavirus[5]. Y el 10 de octubre Marcelo Ebrard reveló que, para que México pudiera elegir la vacuna contra el Covid-19 que quisiera adquirir, según preferencias y sujeto a disponibilidad, tuvo que pagar 159 millones 876 mil 920 dólares, como anticipo de compra opcional, a la Alianza GAVI, una asociación mundial de salud público-privada que permite el acceso a la inmunización de los países pobres.
Agrega Rolando Ramos (El Economista 10 de octubre/2020) que, además, nuestro país tuvo que presentar documentos de garantía de riesgo por 20 millones 629 mil 280 dólares, en cumplimiento de compromisos del contrato de participación del mecanismo COVAX Facility. Ésta es una modalidad de autofinanciamiento que permite a los países de renta media y alta comprar dosis de vacunas (de nueve candidatas) y que fue creada por la Organización Mundial de la Salud para acelerar el desarrollo y fabricación de las vacunas COVID-19 y garantizar así un acceso “justo y equitativo” para todos los países del mundo.
La única salvedad es que este mecanismo garantizó a México sólo la adquisición de dosis para inmunizar a 20% de la población que, en un régimen de vacunación de dos dosis por paciente, representaría 51 millones 573 mil 200 dosis[6].
Pero, ¿cuánto cuesta cada vacuna? Según el español Juan Andrés, director técnico de Laboratorios Moderna, la de ellos costará 25 dólares y se venderá exclusivamente a gobiernos de países con alto poder adquisitivo como Estados Unidos[7]. La de Oxford y AstraZeneca (Cambridge, Reino Unido) será comercializada al mismo costo de producción que es de alrededor de 2.8 dólares; aunque antes, Argentina y México habían anunciado que producirían la vacuna para toda Latinoamérica (sin Brasil) y, Alberto Fernández, presidente argentino señaló que cada dosis tendría un costo de entre tres y cuatro dólares.
La de Pfizer y BioNTech tiene un costo máximo de 20 dólares cada una y, para garantizarla, Estados Unidos tuvo que firmar un contrato por 2 mil millones de dólares para la distribución de 600 millones de dosis a ese país, según registro de El Heraldo de México.
Sobra decir que el laboratorio que genere la vacuna más confiable (no necesariamente la más barata), será la ganadora del pastel (y de esta guerra) contando con la preferencia para las pandemias próximas que resulten.
[1] https://www.marcialpons.es/media/pdf/43637_La_Verdad_De_La_Pandemia.pdf
[2] https://www.animalpolitico.com/2020/12/medicos-de-hospital-raza-denuncian-solo-vacunaron-directivos-imss-lo-niega/?s=04&fbclid=IwAR1CgsWT3BAuoFJymyokX657IIorWlPTxGsLvDO-3cB_Uq9SmCzHz7xnSAI
[3] https://pepesobrevilla.com/2020/10/23/por-que-la-medicina-moderna-no-reconoce-metodos-tradicionales/
[4] https://www.infolibre.es/noticias/opinion/plaza_publica/2020/12/10/la_guerra_las_vacunas_114194_2003.html
[5] https://www.eleconomista.com.mx/politica/Mexico-dispondria-de-4500-millones-de-dolares-para-comprar-vacunas-contra-Covid-19-asegura-Lopez-Obrador-20200811-0054.html
[6] https://www.eleconomista.com.mx/politica/Mexico-invierte-130-millones-de-dolares-para-comprar-51.5-millones-de-vacunas-contra-Covid-19-20201010-0009.html
[7] https://heraldodemexico.com.mx/nacional/2020/12/1/amlo-covid-19-cuanto-dinero-destinara-el-gobierno-de-mexico-en-vacunas-contra-coronavirus-230981.html
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