Curtido en la lucha popular, el muralista Gustavo Chávez ha hecho gran parte de su quehacer como vocero visual de los movimientos en resistencia en las comunidades zapatistas. De madre indígena y padre afrodescendiente con raíces apaches, nació en la década de los sesenta, en la Ciudad de México, según dijo en 2017 al periodista Carlos Alberto Ríos Gordillo[1] (Alteridades, revista digital de la UAM) y, al momento de esta entrevista, −25 de noviembre 2023− lo encontramos pintando en Palacio Nacional −en el Museo de las Culturas del Mundo−, y para esta conversación fue enlazado por el luchador social Andrés Ruiz Furlong. La llegada al punto, Palacio Nacional, no fue sencilla porque el Centro Histórico estaba protegido por una marcha, pero, desde muy temprano Gustavo daba brochazos al mural que, dentro de un tríptico en el que participaban los artistas Eduardo Rivas de ‘Insurrección visual’ y Antonio Gritón, en solidaridad con el pueblo palestino, “porque la causa palestina es de todos los compañeros, la lucha por la defensa de la tierra, la lucha por la dignidad, la lucha por la libertad de todos los pueblos” expresó.

Este mural, que ya estaba prácticamente terminado y tenía programada su inauguración para este miércoles 29 de noviembre a las 19 horas, en el museo que dirige la “compañera” (así la consideran los artistas) Alejandra Gómez Colorado, según nos informaron, y se abría al público justo en la fecha que esta colaboración se estaba elaborando.

Desde muy chico, Gustavo Chávez convivió con las luchas sociales muy cerca de la Coalición Obrera, Campesina, Estudiantil del Istmo, COCEI, incluso señaló que pudo haber participado en el “Escuadrón Mosquito” compuesto por niños rebeldes, pero por la edad −era ya un poco mayor− no pudo ingresar, ya que solo participaban niños de 8, 9 y 10 años.

Desde muy joven, con una mochila en la espalda, salió de la casa de su madre y no recordaba desde cuándo había iniciado en la pinta de murales. “Estaba bien chavalillo. Vivíamos en Juchitán, Oaxaca; y quería llegar a Argentina pues siempre he sido medio vago. Me ha gustado conocer el mundo y andar vagando”; el artista quería ir hasta el país que ahora gobernará Javier Milei; claro, después de recorrer todo Nicaragua y El Salvador. “Acababan de terminar sus guerras y yo era un polluelo; pero no alcancé a llegar y me quedé en Juchitán, Oaxaca. Las tehuanas me acogieron y me dieron calor de hogar…”, dijo entre risas.

Fue entonces que me integré a la lucha por la libertad, porque habían ganado las elecciones, y se las habían robado, las volvieron a ganar, y volvieron a robárselas… ya sabes, como es este sistema corrupto electoral en México con el PRI, el PAN y el PRD. En ese batallar la COCEI volvió a ganar las elecciones y se las volvieron a desconocer y hubo una represión muy fuerte contra todo el pueblo: persecución, cárcel, exilios. Y en esa lucha, durante ese tiempo, llegué yo.

Así que me quedé en un lugar donde había una intensa vida política; teníamos que correr, hacer comités clandestinos para salir a hacer las pintas; mismas que realizábamos con las letras, en las que exigíamos libertad y cese de la represión. Poco a poco le fuimos poniendo muñecos grandotes y al otro día, cuando pasábamos como civiles ya normales, se veía el efecto que causaba en la gente; les causaba simpatía y se reían de los muñecos, en los que hacíamos mofa de la policía, los soldados, los cuerpos represivos que existen en México, y que, aparentemente, son de seguridad, pero que más bien son de inseguridad.

El Ejército mexicano es un ejército de ocupación y me recuerda las guardias nacionales cuando asesinaron al compañero Augusto César Sandino y entonces, cuando dicen los gringos que se van y dejan la intervención, organizan también una Guardia Nacional, y así lo han hecho en todos los pueblos latinoamericanos, han organizado los ejércitos para que funcionen como una especie de cuerpos garantes de la seguridad de sus inversiones; y aquí en México hemos visto cómo actúa también el Ejército mexicano, como un ejército de ocupación.

Yo no creo lo que dice el presidente; porque siempre ha sido un ejército de ocupación y así han actuado en todos nuestros pueblos originarios, pueblos humildes: Llegan a robar, a romper, a fusilar a los civiles, a matar a la gente y sobre todo reprimir a los líderes políticos, a los líderes campesinos, y a conservar los intereses de los grupos internacionales.

“Hemos corrido de las balas de los soldados, hemos sido apresados por ellos, pero hemos podido escapar −en algunas ocasiones− porque hemos andado siempre en la participación política de nuestras comunidades a nivel popular”.

−¿Tienes o has tenido alguna militancia?

Sí. Por eso reivindico el arte militante, no solo el arte comunitario, el arte didáctico. Hemos participado con muchos grupos como la COCEI, de Juchitán, con los compañeros de la UCES de Michoacán, con el Licenciado de los pobres, de los indios que llamaban, con Efrén Capis, una persona muy honesta; con Al Rojas trabajamos mucho; con el compañero líder de sindicatos que formamos en California, con muchos compañeros, con los zapatistas en Chiapas, para sus escuelas, con los de Guerrero, gente que aún sigue luchando y resistiendo los embates de las políticas del Estado. Con un montón de grupos, aunque sea honorífico, hemos sido parte de ellos.

No pertenezco a ningún grupo de pintores, a ninguna ONG ni a ningún partido político, ni a ninguna agrupación de muralistas ni de nada, porque sobre todo en México, nos conocemos y me parece que la corrupción está muy metida en muchos compañeros que aspiran a hacer dinero con el trabajo, mismo que a veces tiene que hacerse de manera honesta, o se debería de hacer de manera honesta, dedicada al pueblo. Entonces no, no, no tengo ninguna participación en ningún otro grupo que no sea el de mis pueblos rebeldes organizados.

−¿En dónde puede encontrar la gente tus trabajos?

En Google, pero también en lugares físicos, en muchas partes del país, sobre todo en comunidades indígenas. Hemos estado pintando para la educación zapatista, para el sistema educativo Rebelde Autónomo Zapatista de Liberación Nacional, para sus escuelas en las montañas de Chiapas, del sureste, sobre todo en la zona de los Altos. También hemos pintado con los compañeros de Guerrero en algunas montañas donde hubo grandes batallas por Aguas Blancas, para arriba, en donde Carlos Montemayor escribió un libro llamado “El Edén”, el Paraíso, donde fueron las batallas del comandante Lucio Cabañas.

Señala Chávez Pavón que también ha pintado para universidades como la de Chapingo, y recientemente ha dado una charla en la Universidad de Glasgow, en Escocia. También en Austria, España, y en México en la UNAM, UAM, UACEM, y por supuesto en la Secretaría de Educación Pública. En el Estado de México pintó un proyecto que le llamaron ‘Los muros en la educación’. “ahí realizamos varios murales para las escuelas con la intención de defender la educación pública y porque muchos funcionarios promovieron −y sobre todo incentivaron− que se hiciera este proyecto de muralismo”.

                                Aseguró en esta charla que después del movimiento muralista de 1921, cuando estuvo José Vasconcelos en Educación Pública, no se había vuelto a hacer otro tipo de proyecto con interés social, educativo, político, filosófico y “con el interés de reivindicar nuestra esencia como pueblos originarios, porque sobre todo reivindicamos nuestro origen, nuestra dignidad, estos que somos del color de la tierra. También hacemos eso en nuestras escuelas, reivindicamos lo que hoy está proponiendo la Nueva Escuela Mexicana; los cambios que está proponiendo el presidente López Obrador, nosotros ya lo veníamos implementando desde hace mucho tiempo en nuestras escuelas independientes en Chiapas, Atenco, Guerrero, y en otras partes como en Michoacán”.

DE LA OBRA DE AUTOR AL TRABAJO SOCIAL

Dijo Gustavo Chávez que, cuando uno pinta obras de autor, es bonito, pero es más cuando compartes el muralismo y lo haces de tipo comunitario “y no solamente de tipo comunitario porque esto democratiza el arte y nosotros lo hacemos, creo yo, de manera militante, porque no venimos a pintar para los pobres, no vamos a pintar para una comunidad marginada, pintamos con comunidades marginadas, comunidades pobres, pero que están organizadas y que defienden su derecho a la vida, a la libertad, a la paz, a vivir con dignidad.

De manera organizada “pintamos con todos. No solamente yo. No, no los llevo para que vean que soy un pintor magnífico. Y lamentablemente eso −en la izquierda y en muchos lados− tenemos todavía esa concepción, y consumimos esa cultura del capitalismo de tratar de ser uno solo, de sobresalir uno solo como artista. Y nosotros hemos pensado que no, que hay que desbaratar esta idea de tipo burguesa, donde el individuo lo es todo y nosotros pensamos que no, que la comunidad es grandiosa y se puede abrevar de esa comunidad.

El individuo es muy importante, pero también lo es el colectivo y entonces uno abreva del otro. Y cuando podemos compartir este tipo de trabajo te das cuenta que todas las personas tienen una capacidad tremenda de hacer arte. Al final de cuentas, el arte es otro idioma, pero que no hemos podido experimentar porque nuestros sistemas políticos, económicos, educativos nos hacen crecer segmentados, cortados; como si no tuviéramos manos, como si no tuviéramos pies, como si no tuviéramos cabeza, como si no tuviéramos corazón. Y nos hacen pelearnos unos contra otros. Nos hacen competir unos contra otros y no aprendemos a compartir. Lo que nosotros tratamos de hacer es reivindicar el arte social. Ver video entrevista en SociodigitalTV.


[1] Los colores de la rebeldía. Gustavo Chávez Pavón, “an-artista” https://alteridades.izt.uam.mx/index.php/Alte/article/view/1058/1239 consultado el 27 de noviembre 2023