Por José Sobrevilla, Premio Nacional de Periodismo 2023

                Fue la tarde del viernes 24 de enero de 2025, cuando el periodista Salvador García Soto platicó sobre “El Futuro de la Prensa en México” con el Grupo de Reflexión Humanista y Política, Grhupo, que coordina el profesor Genaro Rodríguez Navarrete; un tema que a la luz del nuevo régimen morenista llamó la atención de gran número de contertulios. Nutrido de participaciones de los comensales, al final de la reunión, el coordinador de la agrupación otorgó a este periodista el uso de la voz con una pregunta muy concreta:

−¿Qué trascendencia, tuvo y han tenido las mañaneras como modelo de comunicación política, tanto en lo político, académico, como en lo social?

                Gran pregunta, respondió de inicio el autor de “Serpientes y Escaleras” que publica en El Universal; para enseguida agregar ‘es un fenómeno que todavía hay que analizarlo; y tendría que venir de expertos en varias disciplinas para que sea a cabalidad; sin embargo, ‘creo que fue un instrumento perfecto creado por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, no de comunicación, sino de propaganda, que ha sido vendido como de comunicación’.

                Al principio, hasta a mí me maravillaban las mañaneras: ver al presidente hablando de distintos temas … porque era algo inédito en México. Yo no conocía ninguno y he cubierto a lo largo de los años −cuatro o cinco− gobiernos; pero creo que, en realidad, como muchas de las cosas que hicieron o están haciendo en este gobierno, lleva una doble intención. O sea, al final, cuando este señor, AMLO, ve la potencia que tienen sus mañaneras, decide que más que comunicación fueran de propaganda, y lo que empiezan a transmitir −a través de ahí− son las famosas medias verdades o medias mentiras.

                Esto ha sido bien documentado −señaló García Soto− por el consultor Luis Estrada llevando un seguimiento puntual de los hechos que no eran verificables[1], y no se sostenían, y terminaban siendo mentiras. Fue un gran instrumento que podía ser ‘comunicación política’, pero era más tendiente a la propaganda; o sea, más cercano a Goebbels… pero creo que tuvieron gran impacto.

Más que un ejercicio de comunicación política o propaganda, las mañaneras, o como le queramos llamar, han sido un ejercicio altamente efectivo; sin embargo, de los 30 millones de votos que recibió AMLO, pienso que la mitad de los mexicanos que sufragaron por él, quedaron desencantados, decepcionados, y muchos incluso se convirtieron en sus peores críticos; pero la parte que se vino quedando creció a partir de estas conferencias mañaneras; valorando a través de este ejercicio diario de imponer una agenda, de decir su propia o su falsa verdad (o como le llamen) a este fenómeno de fake news, o posverdad, que él ejerció muy bien con este instrumento que lo definió. Pero creo que las mañaneras trascienden incluso a eso.

Se convirtieron, alguna vez lo escribió Raymundo Riva Palacio, en la principal estrategia de gobierno. Él gobernó a través de las mañaneras, ahí se dictaba la línea de gobierno, se establecían las filias y fobias del régimen y se mandaban las hordas a atacar, o a alabar a quien él dijera. Entonces, yo creo que sí ha sido un instrumento muy potente, muy efectivo. No sé si reconocérselo o reclamárselo, porque todo lo demás, que es lo mismo que está haciendo ahora la señora Sheinbaum (Claudia), fuera de ellas, fueron y siguen siendo reuniones privadas o con su gabinete. Estas famosas mesas de seguridad, jamás entendí para qué han servido, porque no han logrado bajar la violencia delictiva.

Las giras en donde va a entregar fertilizantes a un municipio de Yucatán… o cualquier otro lado, son cosas totalmente demagógicas. No sé si ustedes ven lo que ella está haciendo el fin de semana; es lo mismo que hacía López Obrador. No hay un solo evento que digas “que importante lo que fue a hacer la presidenta a Sonora…”; todo es para la foto, y se sigue haciendo este ejercicio de propaganda.

Como dije, ameritaría un estudio a fondo, incluso interdisciplinario, porque, más allá de un ejercicio de comunicación, se ha vuelto un instrumento de gobierno; o sea, es un poco lo más cercano −decía yo− que a cualquier otro teórico de la comunicación más efectiva. Creo que ha sido más propagandístico y sí, altamente efectivo. No porque se vuelva un credo para la gente que las sigue, y lo que diga el presidente o la presidenta sea la verdad. Y, a partir de ahí, él −AMLO− emprendía una cacería contra los medios, en la que también se hacía un daño grave a la credibilidad de muchos de nosotros.

A mí, había gente… que cuando yo publicaba algo en las redes sociales o una columna, me escribían y expresaban “tú quién eres para decir eso”. O sea, “¿por qué tú dices eso?” Yo respondía “porque tengo tantos años trabajando en ello y es mi trabajo; me preparé para hacerlo y he ejercido este trabajo durante mucho tiempo”. No digo que lo que yo exprese sea la verdad, pero con esa facilidad que te lo cuestionaban (…) “Y yo no me considero −con mucho− el periodista más creíble o acreditado de este país”.

Si no fuera un instrumento efectivo no lo seguiría haciendo la actual presidenta. Pero la coyuntura en la que se dio fue una coyuntura de decadencia de los medios convencionales y un arribo espeluznante de las redes sociales. Fue una transición, un rompimiento.

− ¿Cómo le pegó eso al periodismo?

Yo creo que mucho, en un principio porque, como en todo el mundo, los medios resentimos este embate de las redes, porque pues yo, por ejemplo, a veces traía un dato que quería publicar al día siguiente en la columna y ya no me servía. Entonces, hay datos que me llegan y digo “no, pues esto mejor lo subo a Twitter (Hoy “X”) porque no me va a aguantar para mañana”. Entonces sí hubo un daño, y hubo medios que no supieron adaptarse a esa realidad y sucumbieron o quedaron rebasados, pero creo que también fue una gran oportunidad.

A partir del surgimiento de las redes y de todo esto que hoy muchos llaman “la democracia del periodismo” … yo diría más, más bien es “la democracia de la opinión”, porque cualquiera puede opinar y subir un material a las redes. Pero al final, lo que hizo, fue negativo en un principio, pero se vuelve una gran oportunidad; la mañanera tiene una única cosa que le voy a reconocer, a fuerza de este discurso tan violento: obligó a que muchos de nosotros dijéramos −como decía yo− “esto no lo voy a publicar porque no tengo cómo sostenerlo. No lo puedo verificar. O sea, sí obligó a que fueras un poco más riguroso en lo que publicabas”.

En mi caso así fue. Tengo que ser todavía más cuidadoso en lo que digo a mis lectores, o lo que no les digo, cómo se los hago saber, porque tienes que sostener lo que afirmas, tener elementos. Fue una ganancia para el periodismo de hoy; o sea, este fenómeno empezó hace diez años con las redes y creo que los órganos de comunicación ya entendieron las redes, hoy las utilizamos también los medios para potenciar nuestra información.

Por ejemplo, mi columna hace ya años que la han impreso cuatro o cinco señores o señoras en su casa, pero todos venden en Twitter, y en esa medida a mí me obligó a ser más activo en esa red, hoy llamada “X”, porque ahí están los lectores. Creo que, así como tuvo en su momento daños para los medios; sobre todo los que no pudieron ajustarse o entender el fenómeno, al final terminó siendo algo positivo, porque los medios aprendieron a usar esas redes para potenciar contenidos.

                Fragmento de la plática con el Grhupo en el salón Atenas del Hotel Corintios el 24 de enero 2025.


[1] https://www.penguinrandomhouse.com/books/717754/el-imperio-de-los-otros-datos-tres-anos-de-falsedades-y-enganos-desde-palacio–the-empire-of-the-other-data-by-luis-estrada/