Por José Sobrevilla y Raúl Fraga/Contextos
“En términos de comunicación política estamos observando un cambio paradigmático en el mundo, donde los sistemas democráticos que creíamos muy afianzados, consistentes, sólidos, han empezado a presentar fracturas: no sólo desde el visor del discurso, sino también desde el receptor, desde el ciudadano, y esto, por ejemplo, está provocando un conjunto de fenómenos como la emotividad, y es muy difícil que el discurso racional del que hablan muchísimos autores y que prácticamente todas las democracias deliberativas han venido entronizando, se haya venido debilitando, descafeinando, para dar paso a una constante narrativa emotiva…”, nos aseguró en entrevista el Dr. Guillermo Antonio Tenorio Cueto, Decano de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana, el 20 de agosto de 2025, en el primer día del Foro de Comunicación Política 2025 de la Universidad Panamericana Campus Santa Fe.

“Tal parece que toda la comunicación política tendría que girar en torno del movimiento de emociones”, aseguró el catedrático; sin embargo, “otro tema que nos tiene muy preocupados es la polarización, que se ha vuelto una especie de lugar común, pero no lo es; es algo que nos debería preocupar a todos, porque produce los peores efectos para cualquier democracia: desgaja a los que tienen que estar engranados, a los que tenemos que comunicarnos; donde tenemos que tender puentes y no romperlos, porque la polarización produce un efecto de ‘cascarón’ que nos envuelve para no dialogar con el otro.
“Imagínense: la democracia es dialogar con el otro, entendernos con nuestra contraparte que piensa diferente, pero la polarización no lo permite; y por si fuera poco, a esto se suma una creciente posición muy enquistada en la sociedad, de una lógica de libertad de expresión que se mueve por canales absolutos; es decir, todo parece indicar que todo es susceptible de comunicar, y que los límites de esa libertad de expresión ya no existen en prácticamente algunos sectores, y vemos como crecen los discursos, vemos como crecen las censuras.
Actualmente el Doctor en Derecho Guillermo Antonio Tenorio Cueto es director de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana y presidente de la Fundación Cooperación Iberoamericana de Transparencia y Acceso a la Información con presencia en catorce países. Autor, coordinador y editor de quince libros en materia de libertades informativas, formando parte del Sistema Nacional de Investigadores de México y director de contenidos, así como conductor del programa de televisión «Ante la ley» en el Canal Judicial de México. Fue designado por mayoría absoluta en la LXII Legislatura consejero honorario de transparencia y acceso a la información de la Cámara de Diputados y, también miembro del grupo de selección del comité de participación ciudadana del sistema local anticorrupción por unanimidad en el primer Congreso de la CDMX.

Para el doctor Cueto Tenorio mientras la democracia verbal crece cada vez más, estas fenomenologías nos están trayendo muchos problemas comunicativos. “Vemos del otro lado que algunos gobiernos empiezan a tomar una postura particular respecto a las libertades informativas y la forma de comunicar, y entonces, de repente, observamos fenómenos más claros que creíamos totalmente olvidados, y que hoy empiezan a resurgir; y entonces, aquellas preguntas que resolvíamos de manera muy fácil hace algunos años, donde sabíamos que la libertad de expresión estaba hecha como por frenos al poder estatal, que servía para tener una fiscalización de todo el actuar del Estado, eso ya no está tan claro, y de repente el poder empieza a avasallar algunos espacios y su forma de comunicar empieza a ser con amedrentamientos, encapsulamientos, negación de la disidencia, y eso −al menos estos cuatro fenómenos en términos de comunicación política− nos tienen sumamente preocupados a todos aquellos que todavía queremos a la democracia.
− Con la llegada del entonces presidente López Obrador, el estilo personal de gobernar quedó sellado con la comunicación a través “las mañaneras”, hoy llamado, con la presidenta Claudia Sheinbaum, “las mañaneras del pueblo”, fenómeno que −podría mencionarse− es sustituir a las instituciones de gobierno para privilegiar un ‘Estado mayor comunicacional’, argumenta el periodista Raúl Fraga, para indagar… ¿cuáles son los grandes impactos negativos que, para la clase política misma, pero sobre todo para la sociedad mexicana, provoca el que el estilo personal de gobernar de la Cuarta Transformación se reduzca casi a la relatoría mañanera, y no a la búsqueda de acuerdos, consensos, amarres y criterios colectivos para enfrentar la muy compleja agenda…?
Como ciudadanos, en un sistema democrático, lo que esperamos es que el Estado comunique; no hay otra forma de generar opinión pública que la información que proviene de lo público. Nosotros discutimos lo público en un lugar que se llama ‘espacio público’, donde se genera la opinión pública, misma que justamente se nutre de la información proveniente del Estado; no importa de dónde, pero que venga de él, porque eso nos permite debatir, dialogar, opinar y criticar.
“Lo cierto es que veníamos acostumbrados a un modelo de comunicación política en donde el Estado tenía muchas fuentes, y lo que ha ocurrido es que ha habido una centralidad en las fuentes de información: hoy, es raro escuchar a un secretario de Estado, un director general, un subsecretario… eso ya es prácticamente inexistente; todo gira en torno de una sola voz, que es la del Presidente de la República, y ya ni siquiera a través de un vocero… directamente de él.
“Claro, desde una lógica comunicacional diríamos, ‘oye qué interesante, esto puede ser muy atractivo’, porque la fuente del poder en un Estado con un sistema presidencialista como el que vivimos, nos está comunicando; lo que trae aparejo son muchos riesgos que hemos visto en los últimos siete años, y son vinculados a que esa centralidad comunicacional también viene acompañada de una centralidad del poder, misma que no está exenta de errores, de ‘otros datos’, y de que humanamente −a veces−, el (o la) Presidente de la República no tiene tantas respuestas a tantos temas que a diario se le pueden presentar en una mañanera.
“Hemos visto cualquier cantidad de situaciones raras en esas mañaneras, desde que un presidente pueda poner una canción de algún cantante famoso para llenar el espacio; hasta la famosa expresión ‘yo tengo dos datos’, claramente a lo mejor se le agarró desacomodado al funcionario, y tiene que salir con eso. Hoy con la presidenta Claudia Sheinbaum, la expresión es ‘son rumores, son rumores’.
Esto desvirtúa un objeto que, queriendo ser bueno en términos comunicacionales, acaba presentando muchísimas roturas y presentando una falta de credibilidad a un ejercicio que podría ser misa en términos de comunicación.
−¿Cuál es el papel que debe jugar la investigación de alta enseñanza de instituciones universitarias como la Universidad Panamericana para abrir el abanico de opciones, y terminar, o al menos aportar, en esta muy crítica atmósfera de incertidumbre y hasta de una especie de fenómeno de ‘desgano vital colectivo’?
Ahí yo diría no solamente la investigación universitaria, sino también la periodística, porque todos los mexicanos, como en cualquier sociedad democrática, tenemos un derecho maravilloso que se llama el ‘derecho a la información’ que tiene tres componentes básicos: debe ser objetiva, veraz y de trascendencia pública. Y me detengo en ‘objetividad’, porque ahora estamos muy acostumbrados a que eso de ‘la veracidad’ y de la ‘objetividad’ en el manejo de la información, como que es algo que está medio desprestigiado.
“Porque claro, cuando alguien dice algo apoyado en datos y el otro asegura que ‘yo tengo otros datos’, ¿a quién le hacemos caso? Todo este fenómeno de las famosas fake news, la posverdad, es todo un fenómeno que viene acompañado a una duda de todo ciudadano de saber cuál es la verdad de la información. Y ahí, la ciencia aporta mucha verdad: la misma que se construye en cualquier universidad.

“La Universidad Panamericana se suma a estas universidades a decir, ‘oye, pues nosotros trabajamos con criterio de verdad. Hacemos ciencia con una metodología históricamente probada para descubrir el fenómeno de la verdad’; pero la investigación periodística no se libra de eso. Tradicionalmente ha sido una investigación muy seria que cuando la sumamos adecuadamente a la democracia y a la comunicación política nos ha permitido descubrir muchísimas cosas del poder que −a lo mejor− antes no sabíamos. Y en esta combinación, lo que hacen las universidades, es un muy buen ejemplo de lo que es manejarlos con criterios objetivos, veraces y de impacto público, que me parece que los gobiernos actuales en muchas partes del mundo, no solamente en México, tendrían que voltear a ver y que el ciudadano tendría que decir: ‘aquí hay una ínsula que trabaja bajo estos criterios de verdad y es necesario revisarlos’.
−¿Cómo abordar la emergencia de los neocomunicadores digitales frente a la necesidad de sustentar el oficio periodístico bajo la regla de oro: ‘todo se puede publicar siempre y cuando todo se pueda comprobar’?
Ese es uno de los grandes retos que tiene la comunicación política y, en general, la comunicación. En los últimos años hemos visto cómo un conjunto de personas, casi todos, ‘nos creemos ya comunicadores y comunicamos cualquier cantidad de cosas sin reparo alguno de lo que los profesionales de la información hacen, que es trabajar bajo la lógica de la responsabilidad informativa’. Un comunicador profesional −antes del advenimiento de la sociedad tecnológica− era sumamente responsable en el cuidado de sus fuentes, de lo que comunicaba, en la construcción de la información que difundía. Hoy no, hoy es totalmente desprolijo.
Tenemos tiktokers, youtuberos que comunican absolutamente todo sin el más mínimo cuidado de la información, sin el más mínimo cuidado de confirmar lo que están expresando. No es gratuito, −hoy estoy seguro− que a todos los que vean esta nota les habrá pasado que les llegue cualquier cantidad de información falsa que, simple y sencillamente contamina la acción comunicativa.
“Yo soy de la idea que buena parte de la degradación comunicacional que tenemos esté en función del atrevimiento de todos estos ‘neocomunicadores’ que, sin ningún tipo de responsabilidad, inundan el espacio público con información que no sirve, que confunde. Entonces, me parece que ahí sí hay un riesgo; hemos descuidado mucho el tema de la responsabilidad informativa y, en un ánimo de protegerla, hay que tener una libertad de expresión súper robusta. Le hemos abierto la puerta a estos nuevos informadores que se asumen como tal; o sea, como que se desgajan de esta careta ciudadana para informar, pero cuando queremos ponerle algún tipo de responsabilidad dicen: ‘No, ¡yo soy un ciudadano!’ y entonces ya no hay nada que hacer con ellos.
Favorecemos la libertad de expresión, pero descuidamos las responsabilidades informativas y ahí me parece que sí sería muy bueno generar alguna conversación para platicar de las responsabilidades de quienes informan.
−¿Cuáles son los objetivos centrales de este muy importante segundo Foro de comunicación política de 2025 que la Universidad Panamericana está impulsando?
Primero, abrir una nueva conversación con toda esta fenomenología comunicativa. Nos tiene preocupados los temas de polarización, de opinión pública, de certeza informativa, y los temas de actualidad; hoy, el mundo está cambiando, y al final tendremos una maravillosa conferencia sobre un poco de estos cambios paradigmáticos que el mundo está asumiendo y cómo la comunicación política tiene que enfrentar estos cambios comunicativos, adaptarse también a este nuevo mundo que nos rodea. VER VIDEO
Entrevista realizada el 20 de agosto 2025 durante el Foro de Comunicación Política 2025 de la Universidad Panamericana Campus Santa Fe, CDMX
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