Fue en la mañana del 22 de diciembre de 2024 cuando, reunidos para un desayuno con la amiga publicista Irma Palacios Carrillo en su restaurante de comida saludable “Verde tentación” (Miguel Laurent 51, colonia Del Valle Tlacoquemécatl), que acompañado periodísticamente para este trabajo del también profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, plantel Nezahualcóyotl, Raúl Fraga, quienes nos reunimos para el último almuerzo del 2024 con el Dr. José Luis Musi Nahmías, la Dra. Patricia González Duarte, la licenciada en comunicación y poetiza Luisa Vélez entre otros amigos, que tuvimos la oportunidad de entrevistar al joven documentalista, especializado en sonido, Edgar Allan Portillo López, hijo del gran compañero (Sinodal en la titulación de quien escribe) caricaturista Francisco Portillo Ruiz, Alán, memorable por su trabajo tanto periodístico, académico y literario, (fallecido lamentablemente en diciembre del 2024), y de la doctora Laura López, también gran persona.

Ahí, básicamente, el joven Edgar Allan Portillo López, nos comentó que formalmente había estudiado piano en la Facultad de Música de la UNAM e ingeniería en Audio en Sala de Sonido, aunque desde los siete años venía preparándose en esta rama, y que, desde hacía seis años, 2018, está trabajando en la industria. Fue su sensibilidad auditiva la que lo llevó a la escuela de música de la UNAM y a estudiar y conocer de otras ramas del arte, sin dejar atrás su pasión por el cine. Su ingenio lo llevó, desde muy chico, a arreglar computadoras, aunque siempre navegando entre lo artístico y lo técnico.
Comentó que cuando empezaba a trabajar en sonido directo le surgió la oportunidad de formar parte del equipo que grabó una producción pequeña en un pueblo de Oaxaca llamado “Pueblo del Sol”[1]; y ahí fue que le aumentó el gusto por salir a buscar historias verdaderas para grabarlas y a trabajar en varias producciones documentales. “Fue mi primer acercamiento”.
Después, durante la pandemia de Covid 19, fue invitado a participar en una producción para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la UNICEF, en Ciudad Juárez y la capital del país, CDMX, llamada “C-19 Media”, una producción en realidad virtual, “por lo que grabamos con una cámara especial en diferentes albergues COVID que había en Juárez; de ahí la necesidad de querer grabar una historia real y poder mostrarla al mundo”.
– ¿Qué otros trabajos has realizado?
Tengo variedad una de ellos. Con Epigmenio Ibarra −por ejemplo− trabajé… será como un año, ocho meses, en el proyecto del documental del Tren Maya cuando se subió el presidente López Obrador: fue realmente toda una experiencia de campo ser el sonidista de Epigmenio para ese documental. También he participado con la UNESCO en proyectos de realidad virtual, y con museos. “Tenemos una manera nueva de poder mostrar el lugar en donde estamos, y de cierta forma, mostrarles a las personas cómo es estar en ese lugar, porque tenemos la oportunidad de transportarlos al espacio en donde está pasando la entrevista y, sobre todo, tratándose de realidad virtual porque es un formato inmersivo, diferente, es una experiencia muy, muy, muy especial.
− ¿Cómo está retratando los puntos claves de la agenda de hoy la nueva generación de documentalistas en México? Preguntó el periodista Raúl Fraga.
A partir de la película documental de Oaxaca, empecé a trabajar en varias producciones documentales: era un gusto que ya traía desde muy chico. A lo largo de mi vida he visto más documentales que películas, pero el trabajo que me marcó en esta actividad fue la producción que hicimos con la UNICEF en Ciudad Juárez y CDMX, como te decía, llamada “C-19 media”, producción en realidad virtual grabada con cámara especial en albergues COVID de las ciudades mencionadas.
-¿Cuál es la visión que la nueva generación de documentalistas −que tu representas− tiene sobre lo que se vive hoy en el país y en el contexto global? Insistió Fraga, periodista también especializado en temas de seguridad.
Generalmente, respondió Alán, la labor de documentalista es como observador: no podemos intervenir, cambiar las cosas para que se muestre en cámara algo que queremos. Es nuestra obligación mostrar las cosas como son, nos gusten o no. Y, con las nuevas generaciones de documentalistas, los más jóvenes, creo que hay una necesidad por querer, no nada más mostrar qué es lo que pasa, sino también cuáles son hoy en día nuestras preocupaciones más importantes. En este caso puede ser tal vez gentrificación, la migración, los problemas del crimen organizado, los de la comunidad, problemas sociales, culturales. No, no es nada más el retratar una historia y decir “bueno, ahí está”.
No es una cuestión de “bueno, en mi comunidad pasa esto, o en tal comunidad pasa esto otro y a mí me preocupa que esto siga así” … sin que se muestre. Hoy día tenemos las redes sociales, internet; entonces, las nuevas generaciones ya no buscan exponerse realmente en el cine, o en la televisión, sino en los medios masivos de comunicación para que el mensaje llegue a muchas más personas.

En esencia, mi trabajo ha sido como sonidista. Yo voy a grabar el sonido, pero en el equipo que hay dentro del documental, al ser tan pequeño, todos hacemos parte de un poco de lo mismo; o sea, todos formulamos preguntas, vemos las cosas que pasan; entonces el documental se va formando; y la mancuerna que vamos haciendo puede ser entre el director, el fotógrafo, el sonidista y el personaje con el que nos vayamos moviendo.
Tal vez uno no se da cuenta de lo fuerte que puede ser la realidad; del cómo ésta puede superar a la misma ficción y las historias que uno conoce, haciendo documental, pueden ser cautivadoras, cambiar tu visión entera del mundo. Y no porque sea un guion increíble o algo así, sino porque la historia que te está contando esta persona o la historia de vida que una comunidad o varias personas tienen, te pueden hacer cambiar totalmente la manera en que ves la realidad. Entonces, cuando yo comencé a hacer documental, empecé a ver las diferentes sociedades que existen, las diferentes culturas y el cómo todas coexisten en el mismo país.
− ¿Cómo influyó en tu formación el caricaturista Francisco Portillo, Alán, tu señor padre?, Concluyó Raúl Fraga.
Fue una cosa muy importante para mí, porque él, desde chico, siempre me inculcó el cine. Me decía “no veas eso que están pasando en la tele, vamos a ver a Kubrick, Del Toro, Tarantino. “veamos una buena película”; pero las producciones que veíamos −porque le gustaba el buen cine− eran generalmente de cine de autor… Me acuerdo que una de sus películas favoritas siempre fue “El padrino”, de Coppola; la cual vimos muchas veces; y cada que lo hacíamos, me decía “mira, la cámara está por aquí y esto pasa aquí… siempre me explicaba. Así, el cine estuvo muy presente en mi vida y yo quería estudiarlo, pero mi papá siempre decía “no, pues es que el cine necesitas conexiones, necesitas dinero, necesitas… Es muy difícil el cine”. Entonces dije: me voy a Música, pero terminé yendo a la misma industria audiovisual. Mi padre siempre me decía “no busques la respuesta, busca la pregunta. La pregunta es la que te va a llevar a la respuesta que tú quieres”.
Entonces siempre fue ese ímpetu de preguntarte las cosas críticas. No importa si es de lo que piensas o de lo que no estás de acuerdo en lo que piensas, pero siempre cuestionándolo. Entonces él siempre tuvo ese corazón de profesor, aunque fue mi papá en gran medida, siempre fue como un profesor. VER VIDEO
[1] “Pueblo del Sol. Creando una nueva realidad”. https://www.youtube.com/watch?v=7GVSNubGiNo
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